16 diciembre 2023

A LA CASA/ESTUDIO 22



T
e pusieron “casa”, por tus habitaciones, pero con un significado mucho mayor al que su literalidad nos da a entender. Es que fuiste “casa” para muchos, y no solo para su dueña. Para todos los presentes, sin ir más lejos, o por lo menos para mí, si me permiten hablar en primera persona. Esta casa tiene muchos habitantes, pero sobre todo una superpoblación de artistas, poetas y locos. Nada mal, me parece. Nada mal en estos tiempos que corren porque se necesita el valor y la fuerza de alguna clase de locura, para querer cambiar este mundo, o al menos este país, y volver (o avanzar, sería mejor decir) sobre la senda de la justicia social. Y para eso no solo se necesitan dirigentes. También se necesitan artistas, y no solo los de profesión, sino que cada uno de nosotros saque a relucir su veta creativa, para ponernos a diseñar entre muchos, entre todos si es posible, nuevos paisajes. Y también se necesitan poetas, por supuesto, porque la poesía es capaz también de cambiar el mundo comenzando con las palabras y su significado. ¿Cambiar? Crear, sería más preciso. 

Pero no solo fuiste casa, también fuiste estudio. Y así como el arte y la poesía, tal como los pienso, son hoy más necesarios que nunca, quiero recordar que esta casa, estas paredes a quien parezco un loco hablando (¿o lo soy, después de todo?) fueron testigos mudos de decenas de encuentros, de construcción de lazos, de compartir frustraciones y felicidades, noches de canciones de protesta, de tangos y rock-and-roll, de poemas guerrilleros y de amor, de performances, de muestras visuales, de murales colectivos, de mujeres empuñando la palabra y usando su lengua como pincel. También estas mismas paredes se ensombrecieron muchas veces escuchando testimonios un 24 de marzo, la semana siguiente rejuvenecían y brillaban al ritmo de la alegría colectiva con un karaoke de sábado. 

Aquí también, casita, cierta vez hubo colgado un planisferio invertido a la manera de Joaquín Torres García, recordándonos benedettianamente que el sur también existe (aunque si lo pensamos desde nuestro país deberíamos decir lo mismo del norte: centralismos y hegemonías se repiten como cajas chinas). Casa, quiero hacer un pequeño juego con los presentes e intentar vernos con tus ojos a quienes te hemos recorrido. ¿Y sabes qué imagino? Que seguramente nos viste como un mar de fueguitos, ¿verdad? ¿No te acuerdas a qué me refiero? Te lo cuento nuevamente, en palabras del tercer uruguayo que nombro esta noche, qué casualidad, Eduardo Galeano: “Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo. A la vuelta contó. Dijo que había contemplado desde arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos. 

-El mundo es eso -reveló- un montón de gente, un mar de fueguitos. Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tanta pasión que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca se enciende”. En esta noche de despedidas, querida Casa / Estudio 22, quiero decirte, queremos decirte que seguirás entre nosotros porque una vez creado un fuego como el de la pasión es inextinguible. Hasta siempre! 


San Miguel de Tucumán, sábado 16 de diciembre de 2023