Todo arte es político (*)
Buenas
noches a todas y todos. Me pidieron amablemente que dirija unas palabras al
público para la apertura de la Exposición “Soria / Villafañe” en el Ingenio de
las Artes, en ocasión del Día del
Desagravio al pueblo tucumano por el cierre masivo de ingenios azucareros, triste
maniobra pergeñada y ejecutada por el gobierno de facto en 1966. Hoy, lunes 22
de agosto de 2022 y a tono con la noche que nos tocó y en un clima tan festivo como
reflexivo, quisiera llevar luz hacia la urdimbre nada azarosa de dos elementos:
uno textual y el otro contextual. Ambos elementos subrayan un mismo concepto: todo arte es político. Primera
aclaración: no quiero con esto decir partidario, sino político en su sentido
más social: considerar al arte inserto en la polis, en la ciudad, proponiendo un lazo social particular entre los
ciudadanos. Segunda aclaración necesaria: con polis no nos referimos sólo a fenómenos urbanos, ya que tal como
vemos en este caso la vinculación política se da precisamente entre lo rural,
lo campesino y lo popular.
Veamos
entonces: ¿cuál es el nombre del hogar que nos cobija esta noche? Ingenio
Ciudad de las Artes. Digo “hogar”, y en cierto sentido no miento: aquí hubo
fuego, quedaron cenizas y asistimos a un renacimiento también a través de estas
imágenes cañeras. Digo “ingenio” y no solamente estoy pensando en esa
maquinaria atribulada que molía caña, así como esperanzas y sueños. El ingenio
es también aquella capacidad que tiene el ser humano para imaginar o inventar
cosas combinando con inteligencia y habilidad los conocimientos que posee y los
medios de que dispone. Efectivamente, en este preciso lugar Soria y Villafañe
vuelven a encender las calderas, y con su ingenio recogen y reelaboran el
imaginario social identitario tucumano por excelencia. Y entre los tres,
Ingenio y artistas, nos dan cobijo.
Quisiera dirigir
ahora la memoria colectiva hacia un texto literario –devenido en clásico- de la
segunda mitad del siglo XX: Veinte poetas
cantan a Tucumán, editado con el propósito de llevar ánimos (y dinero) a
los hogares de obreros que perdieron su empleo con el cierre de ingenios
azucareros en el año 1966. Entre sus autores se vislumbran “plumas” de renombre
como las de Carlos Duguech, Arturo Álvarez Sosa, Néstor Rodolfo Silva, Manuel
Aldonate y Juan González, entre otros. Aquellos escritores, asumiendo la poesía
como un “arma”, “dispararon” voces como las siguientes para describir a nuestra
provincia: aire, amor, azúcar, canto,
cielo, corazón, días, dureza, estrella, mirada, niña, noche, sangre, sueños,
tierra, verdor, viento, vida, zafra… Siguiendo esa línea de indagación
artística, es que me interrogaba en el texto de la muestra ¿qué tiempos y
representaciones se encuentran yuxtapuestos en las obras de nuestros plásticos?
Aún sigo pelando las capas de la cebolla de estas últimas imágenes del incendio.
Villafañe: geometría de lo impuro
La obra de
Villafañe no es transparente. Incluso en el marco de una producción con
cualidades de abstracción, su propuesta consiste en destacar la impureza e
imperfección en un mundo modelado matemáticamente. Sin importar si se trata de
una apuesta creativa consciente, o de un recorrido construido instintivamente,
sus figuras geométricas de raigambre suprematista no soportan la soledad, su
perfección solitaria. Por eso, quizás, es que emergen (irrumpen, mejor dicho)
diferentes símbolos en ostinato: el
pez y el anzuelo, las Sansevieria (lenguas de tigre, espadas de San Jorge entre
otras denominaciones), así como las máscaras de frente, de perfil, con sus ojos
eternamente abiertos, de una expresividad interpelante. El propio tiempo
también habla en las obras de Villafañe, y de hecho este juega trasladando
personajes y situaciones de cuadro en cuadro, formando así una gran viñeta que
puede leerse en loop. Cabe mencionar que parte de las obras exhibidas
fueron realizadas en plena pandemia, por lo que el artista extrae de aquella
realidad el material para la creación visual produciendo un micromundo de
combinaciones. Como su obra constituye una retícula que enlaza la dimensión de
lo cósmico con lo terrenal, no son pocos los interrogantes que quedan abiertos
para los espectadores: ¿qué secretos cifran los símbolos que pueblan el
universo del artista? ¿Quién (o quiénes) se encuentra(n) tras las máscaras? ¿Estas
son sinónimo de falsedad o, por el contrario, lo más genuino que nos puede
mostrar una persona: las máscaras que fue construyendo a lo largo de su vida? En
suma: la obra pictórica de Villafañe pone en evidencia que las sobre-determinaciones
no son –no podrían ser- contemporáneas, sincrónicas. Somos, también, nuestro
pasado.
Soria: todos los fuegos el fuego
En las
obras de Soria puede advertirse la presencia de una concepción invertida del
espacio: el cielo es la tierra, la tierra es el cielo, una nube es una cama y pueden
encontrarse casas blancas de rojos techos surcando los aires. No se trata de la
abolición de las coordenadas clásicas de espacio (alto, ancho y profundidad),
sino que Soria modifica la perspectiva e incorpora una cuarta dimensión: cava y
quema la propia materia generando literalmente una profundidad, y lo hace junto
a una representación plástica del tiempo. Por otra parte, su obra presenta similitudes
de paleta al trabajar tres de los cuatro tradicionales elementos de la
naturaleza: la tierra, el aire y el fuego. De hecho, este último es la
dominante pictórica. Así produce los pares binarios tierra/fuego y aire/fuego,
siendo la caña de azúcar el objeto “puente” que los vincula. Pero hay más sorpresas
aún: las cañas suspendidas en el espacio pueden escucharse. Si uno aguza el
oído seguramente percibirá el meneo de las cañas y el silbido metálico del
machete. Ya que hemos hablado del espacio, vaya una pregunta sobre la noción del
tiempo: cuando vemos los fieles transportando la imagen de la Virgen de Lujan y
de Copacabana, ¿estamos en 1922? ¿en 2022? ¿O quizás en un instante místico de
pedir protección y amor, como lo haría un niño con su madre? Y en el cruce de
las dimensiones espacio/tiempo ¿acaso esas casas volantes son todas distintas,
o es una sola -cual arquetipo borgeano, siempre la misma-, que se desplaza en
abierta emulación del sol y la luna? Dicho sea de paso, los soles de Soria son
mudos testigos de un poder ígneo superior al propio: los poderes de las
pasiones humanas, sean estas el erotismo, el trabajo, la fe… o la ignorancia.
El arte más urgente
Para
finalizar, voy a hacer hablar a los artistas a través de dos fragmentos de
entrevistas que supieron darme tiempo atrás, cuando daba mis primeros pasos en
la producción de textos críticos. Villafañe dijo: “Si no tomamos la iniciativa en forma urgente, todo el arte va a
terminar girando alrededor de la capital provincial. Necesitamos lineamientos
claros encaminados a una cultura verdaderamente inclusiva. Mientras no se
descentralice la cultura, el panorama no va a cambiar. Lo que vemos que sirve
es conseguir buenos compañeros de ruta que coincidan en los pensamientos,
porque “cortándose solo” al artista del interior todas esas cosas le van a
terminar jugando en contra. En cambio, trabajando en conjunto, todo eso se
convierte en una experiencia diferente.” No son solo palabras. Son una
propuesta de trabajo, puesta en marcha tal como podemos ver hoy.
Por su
parte, destaco estas reflexiones de Rodolfo Soria: “Cuando uno piensa en el mercado del arte, y no en la producción,
siempre digo que los coleccionistas tienen que sentir a la obra para poder
adquirirla. Porque quien la compra está llevando a su casa un objeto donde
siempre va a poder ver algo nuevo, siempre va a descubrir algo nuevo en su
contemplación cotidiana: de a poco aparecen matices, texturas, formas, colores…
Una obra permite llevar esa magia al hogar, haciendo posible que cada uno de
sus habitantes la tenga como fuente de lectura constante, una cantera
inagotable de sentidos.” Por supuesto, el arte se hace “por amor al arte” y
sin embargo el artista tiene que vivir. ¿Por qué no podría hacerlo con el
producto de su trabajo? Sugerencia: compren arte. No se van a arrepentir.
Hoy, la
periferia se hace centro y el Ingenio Ciudad de las Artes gestionado con fervor
por la escribana Beatriz Tula, nos recibe a todos los presentes estableciendo
una industria (la cultural) sobre otra vieja industria (la azucarera), movimiento
que cuestiona y replantea los sistemas de producción, visibilidad,
legitimación, circulación, difusión y hasta la concepción ideológica y social
del arte. Pero no tienen por qué estar de acuerdo conmigo. Caminen un poco por
la muestra y su entorno y verán: el arte ya entró en ustedes y se irá con
ustedes al salir. Eso también es política. Buenas noches.
Rodrigo Campos Alvo, 22 de agosto de 2022
(*) Palabras leídas en la apertura de la Exposición “Soria / Villafañe” en el Ingenio de las Artes, Banda del Río Salí, Tucumán.