Te pusieron “casa”, por tus habitaciones, pero con un significado mucho mayor al que su literalidad nos da a entender. Es que fuiste “casa” para muchos, y no solo para su dueña. Para todos los presentes, sin ir más lejos, o por lo menos para mí, si me permiten hablar en primera persona. Esta casa tiene muchos habitantes, pero sobre todo una superpoblación de artistas, poetas y locos. Nada mal, me parece. Nada mal en estos tiempos que corren porque se necesita el valor y la fuerza de alguna clase de locura, para querer cambiar este mundo, o al menos este país, y volver (o avanzar, sería mejor decir) sobre la senda de la justicia social. Y para eso no solo se necesitan dirigentes. También se necesitan artistas, y no solo los de profesión, sino que cada uno de nosotros saque a relucir su veta creativa, para ponernos a diseñar entre muchos, entre todos si es posible, nuevos paisajes. Y también se necesitan poetas, por supuesto, porque la poesía es capaz también de cambiar el mundo comenzando con las palabras y su significado. ¿Cambiar? Crear, sería más preciso.
16 diciembre 2023
A LA CASA/ESTUDIO 22
Te pusieron “casa”, por tus habitaciones, pero con un significado mucho mayor al que su literalidad nos da a entender. Es que fuiste “casa” para muchos, y no solo para su dueña. Para todos los presentes, sin ir más lejos, o por lo menos para mí, si me permiten hablar en primera persona. Esta casa tiene muchos habitantes, pero sobre todo una superpoblación de artistas, poetas y locos. Nada mal, me parece. Nada mal en estos tiempos que corren porque se necesita el valor y la fuerza de alguna clase de locura, para querer cambiar este mundo, o al menos este país, y volver (o avanzar, sería mejor decir) sobre la senda de la justicia social. Y para eso no solo se necesitan dirigentes. También se necesitan artistas, y no solo los de profesión, sino que cada uno de nosotros saque a relucir su veta creativa, para ponernos a diseñar entre muchos, entre todos si es posible, nuevos paisajes. Y también se necesitan poetas, por supuesto, porque la poesía es capaz también de cambiar el mundo comenzando con las palabras y su significado. ¿Cambiar? Crear, sería más preciso.
22 agosto 2022
22 de agosto: Todo arte es político
Todo arte es político (*)
Buenas
noches a todas y todos. Me pidieron amablemente que dirija unas palabras al
público para la apertura de la Exposición “Soria / Villafañe” en el Ingenio de
las Artes, en ocasión del Día del
Desagravio al pueblo tucumano por el cierre masivo de ingenios azucareros, triste
maniobra pergeñada y ejecutada por el gobierno de facto en 1966. Hoy, lunes 22
de agosto de 2022 y a tono con la noche que nos tocó y en un clima tan festivo como
reflexivo, quisiera llevar luz hacia la urdimbre nada azarosa de dos elementos:
uno textual y el otro contextual. Ambos elementos subrayan un mismo concepto: todo arte es político. Primera
aclaración: no quiero con esto decir partidario, sino político en su sentido
más social: considerar al arte inserto en la polis, en la ciudad, proponiendo un lazo social particular entre los
ciudadanos. Segunda aclaración necesaria: con polis no nos referimos sólo a fenómenos urbanos, ya que tal como
vemos en este caso la vinculación política se da precisamente entre lo rural,
lo campesino y lo popular.
Veamos
entonces: ¿cuál es el nombre del hogar que nos cobija esta noche? Ingenio
Ciudad de las Artes. Digo “hogar”, y en cierto sentido no miento: aquí hubo
fuego, quedaron cenizas y asistimos a un renacimiento también a través de estas
imágenes cañeras. Digo “ingenio” y no solamente estoy pensando en esa
maquinaria atribulada que molía caña, así como esperanzas y sueños. El ingenio
es también aquella capacidad que tiene el ser humano para imaginar o inventar
cosas combinando con inteligencia y habilidad los conocimientos que posee y los
medios de que dispone. Efectivamente, en este preciso lugar Soria y Villafañe
vuelven a encender las calderas, y con su ingenio recogen y reelaboran el
imaginario social identitario tucumano por excelencia. Y entre los tres,
Ingenio y artistas, nos dan cobijo.
Quisiera dirigir
ahora la memoria colectiva hacia un texto literario –devenido en clásico- de la
segunda mitad del siglo XX: Veinte poetas
cantan a Tucumán, editado con el propósito de llevar ánimos (y dinero) a
los hogares de obreros que perdieron su empleo con el cierre de ingenios
azucareros en el año 1966. Entre sus autores se vislumbran “plumas” de renombre
como las de Carlos Duguech, Arturo Álvarez Sosa, Néstor Rodolfo Silva, Manuel
Aldonate y Juan González, entre otros. Aquellos escritores, asumiendo la poesía
como un “arma”, “dispararon” voces como las siguientes para describir a nuestra
provincia: aire, amor, azúcar, canto,
cielo, corazón, días, dureza, estrella, mirada, niña, noche, sangre, sueños,
tierra, verdor, viento, vida, zafra… Siguiendo esa línea de indagación
artística, es que me interrogaba en el texto de la muestra ¿qué tiempos y
representaciones se encuentran yuxtapuestos en las obras de nuestros plásticos?
Aún sigo pelando las capas de la cebolla de estas últimas imágenes del incendio.
Villafañe: geometría de lo impuro
La obra de
Villafañe no es transparente. Incluso en el marco de una producción con
cualidades de abstracción, su propuesta consiste en destacar la impureza e
imperfección en un mundo modelado matemáticamente. Sin importar si se trata de
una apuesta creativa consciente, o de un recorrido construido instintivamente,
sus figuras geométricas de raigambre suprematista no soportan la soledad, su
perfección solitaria. Por eso, quizás, es que emergen (irrumpen, mejor dicho)
diferentes símbolos en ostinato: el
pez y el anzuelo, las Sansevieria (lenguas de tigre, espadas de San Jorge entre
otras denominaciones), así como las máscaras de frente, de perfil, con sus ojos
eternamente abiertos, de una expresividad interpelante. El propio tiempo
también habla en las obras de Villafañe, y de hecho este juega trasladando
personajes y situaciones de cuadro en cuadro, formando así una gran viñeta que
puede leerse en loop. Cabe mencionar que parte de las obras exhibidas
fueron realizadas en plena pandemia, por lo que el artista extrae de aquella
realidad el material para la creación visual produciendo un micromundo de
combinaciones. Como su obra constituye una retícula que enlaza la dimensión de
lo cósmico con lo terrenal, no son pocos los interrogantes que quedan abiertos
para los espectadores: ¿qué secretos cifran los símbolos que pueblan el
universo del artista? ¿Quién (o quiénes) se encuentra(n) tras las máscaras? ¿Estas
son sinónimo de falsedad o, por el contrario, lo más genuino que nos puede
mostrar una persona: las máscaras que fue construyendo a lo largo de su vida? En
suma: la obra pictórica de Villafañe pone en evidencia que las sobre-determinaciones
no son –no podrían ser- contemporáneas, sincrónicas. Somos, también, nuestro
pasado.
Soria: todos los fuegos el fuego
En las
obras de Soria puede advertirse la presencia de una concepción invertida del
espacio: el cielo es la tierra, la tierra es el cielo, una nube es una cama y pueden
encontrarse casas blancas de rojos techos surcando los aires. No se trata de la
abolición de las coordenadas clásicas de espacio (alto, ancho y profundidad),
sino que Soria modifica la perspectiva e incorpora una cuarta dimensión: cava y
quema la propia materia generando literalmente una profundidad, y lo hace junto
a una representación plástica del tiempo. Por otra parte, su obra presenta similitudes
de paleta al trabajar tres de los cuatro tradicionales elementos de la
naturaleza: la tierra, el aire y el fuego. De hecho, este último es la
dominante pictórica. Así produce los pares binarios tierra/fuego y aire/fuego,
siendo la caña de azúcar el objeto “puente” que los vincula. Pero hay más sorpresas
aún: las cañas suspendidas en el espacio pueden escucharse. Si uno aguza el
oído seguramente percibirá el meneo de las cañas y el silbido metálico del
machete. Ya que hemos hablado del espacio, vaya una pregunta sobre la noción del
tiempo: cuando vemos los fieles transportando la imagen de la Virgen de Lujan y
de Copacabana, ¿estamos en 1922? ¿en 2022? ¿O quizás en un instante místico de
pedir protección y amor, como lo haría un niño con su madre? Y en el cruce de
las dimensiones espacio/tiempo ¿acaso esas casas volantes son todas distintas,
o es una sola -cual arquetipo borgeano, siempre la misma-, que se desplaza en
abierta emulación del sol y la luna? Dicho sea de paso, los soles de Soria son
mudos testigos de un poder ígneo superior al propio: los poderes de las
pasiones humanas, sean estas el erotismo, el trabajo, la fe… o la ignorancia.
El arte más urgente
Para
finalizar, voy a hacer hablar a los artistas a través de dos fragmentos de
entrevistas que supieron darme tiempo atrás, cuando daba mis primeros pasos en
la producción de textos críticos. Villafañe dijo: “Si no tomamos la iniciativa en forma urgente, todo el arte va a
terminar girando alrededor de la capital provincial. Necesitamos lineamientos
claros encaminados a una cultura verdaderamente inclusiva. Mientras no se
descentralice la cultura, el panorama no va a cambiar. Lo que vemos que sirve
es conseguir buenos compañeros de ruta que coincidan en los pensamientos,
porque “cortándose solo” al artista del interior todas esas cosas le van a
terminar jugando en contra. En cambio, trabajando en conjunto, todo eso se
convierte en una experiencia diferente.” No son solo palabras. Son una
propuesta de trabajo, puesta en marcha tal como podemos ver hoy.
Por su
parte, destaco estas reflexiones de Rodolfo Soria: “Cuando uno piensa en el mercado del arte, y no en la producción,
siempre digo que los coleccionistas tienen que sentir a la obra para poder
adquirirla. Porque quien la compra está llevando a su casa un objeto donde
siempre va a poder ver algo nuevo, siempre va a descubrir algo nuevo en su
contemplación cotidiana: de a poco aparecen matices, texturas, formas, colores…
Una obra permite llevar esa magia al hogar, haciendo posible que cada uno de
sus habitantes la tenga como fuente de lectura constante, una cantera
inagotable de sentidos.” Por supuesto, el arte se hace “por amor al arte” y
sin embargo el artista tiene que vivir. ¿Por qué no podría hacerlo con el
producto de su trabajo? Sugerencia: compren arte. No se van a arrepentir.
Hoy, la
periferia se hace centro y el Ingenio Ciudad de las Artes gestionado con fervor
por la escribana Beatriz Tula, nos recibe a todos los presentes estableciendo
una industria (la cultural) sobre otra vieja industria (la azucarera), movimiento
que cuestiona y replantea los sistemas de producción, visibilidad,
legitimación, circulación, difusión y hasta la concepción ideológica y social
del arte. Pero no tienen por qué estar de acuerdo conmigo. Caminen un poco por
la muestra y su entorno y verán: el arte ya entró en ustedes y se irá con
ustedes al salir. Eso también es política. Buenas noches.
Rodrigo Campos Alvo, 22 de agosto de 2022
(*) Palabras leídas en la apertura de la Exposición “Soria / Villafañe” en el Ingenio de las Artes, Banda del Río Salí, Tucumán.
Últimas imágenes del incendio: Tucumán 1966-2022
La imagen arde por la memoria, es decir que no deja de arder, incluso cuando ya no es más que ceniza.
Georges
Didi-Huberman
Azúcar amargo
Las imágenes
arden en llamas y nos consumen, en consonancia con la idea freudiana del malestar en la cultura. Al menos así lo
afirma el filósofo francés de nuestro epígrafe. Esta concepción psicoanalítica aplicada
al arte nos advierte que ni la más alta ilustración resuelve o elimina la parte
oscura del ser humano. Quizás por ello resulta difícil orientarnos entre tantas
imágenes sin quedar agobiado por la tarea, ya que nos echan en cara quiénes
somos y de dónde venimos. Las obras plásticas que presentamos en esta ocasión combinan
un valor estético, con el de documentos históricos y el de objetos de
ensoñación. Es que las pinturas de Julio Villafañe y Rodolfo Soria nos ponen
frente a una encrucijada, un cruce de caminos con múltiples recorridos
posibles. Por ello lo mejor sería no intentar “poseer” ni “explicar” estos
cuadros, sino dejar que nos interpelen. Dejar correr, escapar los sentidos,
abrirse al capricho de interpretaciones con recorridos imprevisibles. Después
de todo, las imágenes expuestas quedarán atrás cuando nos hayamos retirado, y
sin embargo las llevaremos adentro. Como aquellas pequeñas cosas a las que
cantaba un catalán, estarán acechándonos “detrás de la puerta” para regresar a nosotros
renovadas, encendidas. Cual ave Fénix que nos observase desde las cenizas, las
imágenes constituyen una lucha contra el paso del tiempo, una forma de
resistencia frente al olvido. En la dinámica y complejidad de esta propuesta
colectiva no distinguimos un estilo único ni representaciones a las que llamar “de
época”. Por caso, si pusiéramos estas obras visuales a dialogar con las
representaciones del azúcar en la cultura local, encontraríamos de seguro las conexiones
más diversas y sugestivas. Siguiendo esa línea de indagación artística, ¿qué
tiempos y representaciones se encuentran yuxtapuestos en las obras de nuestros plásticos?
Hagamos un poco de historia.
"22 de agosto de 1966" Instalación de Rodolfo E. Soria
(Predio del Ex Ingenio Lastenia, Banda del Rio Salí, 2022)
La experiencia artístico-política
conocida como Tucumán arde (Rosario/Buenos Aires, 1968) fue sincrónica a
su tiempo y anacrónica a la vez, porque ¿cuántos oídos y ojos hubo para esa
disruptiva muestra que dejaba al descubierto aquello que los medios de
comunicación masiva ocultaban? Pero vayamos más lejos aún: los obreros del
surco, las creencias populares, el Tucumán-Azúcar ¿guardan actualidad como
temas de elaboración artística? Para Didi-Huberman, el anacronismo es una
riqueza interior a los objetos mismos, en este caso a las imágenes. Advirtamos antes
que no existe concordancia entre los tiempos
representados, los de la creación de la representación, y los de
la contemplación del público. Por eso decimos que un muro de cincuenta y cuatro años
nos separa cronológicamente… o nos une anacrónicamente, según se mire. Pero no
nos moveríamos demasiado si consideramos solo lo pictórico, soslayando el
espacio donde se desarrolla la muestra: el ex Ingenio Lastenia. Creemos que se
insinúa una mise en abyme en el hecho
de exhibir representaciones visuales de la industria azucarera (y sus
vicisitudes) en un sitio que testimonia “la nostalgia de haber sido y el dolor
de ya no ser”. Ya lo dijimos: la cultura vive en perpetuo malestar, y para hacer
frente a esa realidad el ser humano busca satisfacciones sustitutivas, dentro de
las que ubica en un lugar privilegiado a la creación artística. Por eso, la
presencia de esta muestra en La Ciudad de
las Artes no se trata tan solo de una contingencia, o de un homenaje a ese
pasado (recordado como) glorioso. El montaje mismo constituye un acto simbólico
de resistencia, al recuperar ese espacio físico y sustituir la producción
agroindustrial por la producción artística. Así, el Ingenio que fuera antaño
fuente de trabajo y deviniera luego en triste signo del desamparo, finalmente –en
nuestros tiempos- pudo transformarse en fecundidad cultural.
Lo que vendrá
Una imagen que resiste señala algo con el dedo, nos interpela e invita a desplegar -o intentar explicar- lo que nos muestra: la otra historia, aquella a contrapelo que proponía hace tanto tiempo (pero de forma tan actual) el filósofo alemán Walter Benjamin. ¿Cómo procesar este inmenso y rizomático archivo de imágenes tucumanas que nos obsequian Soria y Villafañe? A través de la imaginación y el montaje. Si Didi-Huberman tiene razón y las imágenes arden, no significa por ello que vayamos a quedar hipnotizados y atraídos morbosamente por dicho resplandor. Las imágenes arden por su urgencia, su insistencia en hacernos saber que somos tanto parte del malestar como de su tramitación. Por eso mismo, no todo está perdido: los hombres sueñan, así como la tierra lo hace a su manera. Y en los sueños que trae la noche cuando la luz y la razón descansan (así lo anunció Goya), hay lugar para el placer, el goce, el encanto, pasiones que desbordan nuestra experiencia cotidiana en blanco y negro.
Tres acrílicos sobre tela de Rodolfo E. Soria (2021)
Las imágenes de estos artistas abren caminos oníricos,
y son pródigas en alegorías y asociaciones devocionales, de referencias
místicas que no pueden revelarse más que en el acto individual de
contemplación. Implicación performativa del espectador, que no podrá verificar
las ideas previas con las que llegó, y por ello se irá probablemente con más
dudas que certezas. La exégesis artística de estas últimas imágenes del
incendio serán producto del encuentro con las diferencias entre lo buscado… y
lo encontrado.
Rodrigo Campos Alvo
San Miguel de Tucumán, 28 de julio de 2022
(*) Texto principal para el catálogo de la
exposición en el Ingenio Ciudad de las Artes, agosto de 2022
17 junio 2022
Postales de este lado del mundo: la obra plástica de Dardo Orquera
“La verdadera patria del hombre es la infancia”
Rainer María Rilke
¿Cuántas formas hay para expresar el amor por la ciudad de uno?
Innumerables, sin duda. Desde colaborar en el cuidado de la limpieza, hasta
plantar árboles, pasando por el pago puntual de los impuestos (tasas, precisemos,
después de todo se trata de un municipio). Pero además de los ciudadanos de a
pie, hay quienes tienen una relación especial con la creación y se conocen como
artistas. Ellos también expresan sus
lealtades, a su manera. Así, nuestra querida Mercedes Sosa cantó las penas y
alegrías del obrero del surco, el poeta Lucho Díaz ilustró en sus versos el
sentir popular del interior de la provincia, y el eterno Gerardo Vallejo
documentó en blanco y negro realidades locales difíciles de procesar aún el día
de hoy. Y a pesar de que no son pocos los hijos de Szalay y Spilimbergo que retrataron
“los trabajos y los días” tucumanos, la dominante fue el paisajismo como marca
identitaria: Osorio Luque, Demetrio Iramain, Luis Lobo de la Vega, Guillermo
Guerineau y siguen las firmas... El caso de Dardo Leoncio Orquera (Tucumán,
1931-2016) aporta una página singular en la historia del arte local: nacido en
la ciudad de Concepción, vive luego en Villa Hileret y los veranos de su infancia lo encuentran en
Alpachiri, nada menos que en medio de la antigua traza del Camino del Inca. Su
hija Fabiola, investigadora de la cultura popular del noroeste argentino, lo recuerda
como un docente incansable, un folclorista de conexión visceral con la música, como
fotógrafo, ensayista, empedernido lector... y artista visual hacia el final de
sus días. En los pocos años en que produjo la totalidad de su obra plástica
(2000-2010), dejó plasmadas más de sesenta obras como las que podemos admirar
en la muestra que reseñamos, y que responden antes que a un paisajismo tradicional (y
tradicionalista), a uno urbano con muy
pocos referentes en nuestro medio.
Desde el punto de vista cultural, el paisaje no es un objeto (ni natural ni artificial, dicho sea de paso) sino una construcción subjetiva. Por supuesto que cualquier paisaje se construye, se elabora a partir de algo que se ve, pero va mucho más allá de lo que materialmente existe. Al enfrentarse el artista con la ciudad, proyecta sus estados de ánimo sobre la escena a través de su mirada estética. ¿Cómo saber cuánto hay en las obras de Orquera de lo que vio, lo que escuchó, lo que leyó sobre la ciudad de antaño? Al valorar elementos plásticos como la línea, el movimiento, espacio luz y color nos preguntamos: ¿cuánto le debe su propuesta al cine, a la arquitectura, a la fotografía, pero también a la música, la literatura y hasta a la publicidad? Debemos decir que no es en cada imagen singular sino en su concatenación donde se produce el “efecto retrato” del viejo Tucumán. Así, antes que una experiencia personal la obra plástica de Orquera se emplaza sobre una memoria colectiva.
Se atribuye a un conocido político inglés el pensamiento “First we shape our buildings, then
they shape us” (Primero
damos forma a nuestros edificios, luego ellos nos dan forma a nosotros). De
igual manera podemos pensar a las ciudades: primero somos nosotros quienes las
moldeamos, luego ellas nos moldean. Profundizando en esta idea, no se observan en las
obras exhibidas ninguna de las características que el filósofo y sociólogo berlinés
Georg Simmel (contemporáneo a los procesos que mencionamos) describe en la ciudad
moderna: el predominio de la racionalidad, el hastío, la reserva de las
emociones, el anonimato, la precisión y la exactitud. Por el contrario, la
ciudad orqueriana tiene casas bajas -a excepción de los dos pisos del Cabildo o
de los tres del Hotel Savoy-, señoritas que cuchichean en corro y vestidas a la
moda, caballeros con traje y corbata moño o sombrero y pañuelo al cuello -según
la clase social de la que se trate-, vendedores ambulantes y otros tantos
oficios hoy desaparecidos.
La particularidad de las obras expuestas radica en la dislocación temporal que proponen: Orquera, hombre del Siglo XX, recrea en el Siglo XXI un Tucumán que apenas abandonaba el Siglo XIX y que solo en alguna medida llegó a conocer personalmente. Para ello “Dardito” utiliza de bastidor -a la manera de Rilke- fotografías antiguas a partir de las que borda con hilos de sus propios recuerdos e impresiones, las imágenes que construyó yendo “de Hileret a la Ciudad”. Sin importar cuán lejos o cuan cerca nuestro percibamos las imágenes que Orquera nos regala, corresponden a una ciudad invisible (Ítalo Calvino dixit): aquella que habitamos y que no vemos precisamente por nuestra plena identificación con ella. Las obras reunidas en esta muestra constituyen una geografía imaginaria que contrabandea recuerdos, anacronías y sueños a paso de cangrejo, la misma manera en que Günter Grass pensaba la historia: moviéndose hacia atrás para poder avanzar.
Rodrigo Campos Alvo
San Miguel de Tucumán, viernes 17 de Junio de 2022
RESEÑA DE LA MUESTRA
"Dardito, de Hileret a la Ciudad"
(Imágenes del viejo Tucumán)
Obras de Dardo Leoncio Orquera
Del 6 al 30 de junio de 2022
En el Centro Cultural Virla de la Universidad Nacional de Tucumán
(25 de mayo 265, San Miguel de Tucumán)
Proyección del corto animado:
"Crónica en colores de un viaje primordial"
de Fabián Castro, Susana Ale y Fabiola Orquera
SELECCIÓN DE OBRAS
Mendoza y Maipú (actual Mercado del Norte), óleo 70x50 (2003)
03 junio 2022
Horacio Abate dialoga con dibujos de la Colección Villafañe
La cultura Maya inscribió en su texto sagrado -conocido como Popol Vuh- las etapas de la creación del cosmos. Por supuesto, primero fue la naturaleza: la tierra, el agua, los ríos, el cielo…. Pero ¿quién los disfrutaría? Los dioses celebraron un Consejo donde introdujeron los animales: algunos pequeños, otros grandes, algunos con plumas otros con pelos, y así... Le siguió un hombre de barro, que apenas hablaba y no podía mantenerse en pie. Intentaron luego con un hombre de madera que pudo caminar y multiplicarse, pero que carecía de alma. Fue castigado con la extinción. Rayando el alba, los dioses tomaron maíz y lo hicieron hombre. Este fue quien habló y caminó y amó y creó. En esta tradición hablar de creación es hablar de arte. Crear: ver cómo de un punto -elemento primario de la pintura- se desprende una línea. Veloz como un rayo, siguiendo una fuerza superior, toda la tensión acumulada allí se desplaza en múltiples direcciones. Desde el llano, el hombre en su libre albedrío dibuja las curvas y las rectas con las que trazar el camino de la vida.
Y si hablamos de vida, hablamos también de sexo y erotismo, algo que el santiagueño Abate sabe retratar con trazos a veces sutiles, a veces perturbadores. Y desde ahí dialoga con los personajes de Sánchez, Koch y Cambronero que nos sugieren que la sensualidad y el dolor pueden darse en forma simultánea. Don Leonardo Iramain, con un solo trazo, ilumina un semblante que serpentea hasta convertirse en su propia firma. Con su frescura habitual, Porta Villafañe combina el pasado, presente y futuro de nuestro país a través de una inconfundible figura, con pintadas callejeras y todo. Molina, Colque y Quipildor retratan las tristezas y alegrías de la vida, fusionando dibujo música y naturaleza. Avellaneda, Salas y Anuncio Iramain quitan el velo a la realidad para exhibir las miserias de la anomia y la desesperación, en fin: la angustia del hombre moderno. Ríos, Kelly Romero y Lazarte no se quedan atrás y juegan con la duplicidad humana, revelando el animal que quizás todos llevamos dentro, en claro contraste con el clasicismo y naturalismo que trasuntan las obras de Zárate, Mecha Romero y Quiroga. Por último, nos preguntamos: en las obras de Belo, Villafañe y Cubría, ¿es el espectador quien mira al cuadro o el cuadro al espectador? En síntesis, la selección de obras que hoy podemos disfrutar pone a dialogar estos valiosos artistas de la región recordándonos que el hombre de maíz se encuentra aquí, celebrando la creación. (*)
Rodrigo Campos Alvo
San Miguel de Tucumán, 25 de abril de 2022
(*) Texto del catálogo de la muestra Horacio Abate dialoga con dibujos de la Colección Villafañe. La misma puede visitarse del 03 al 30/06/22
en el Museo-Casa-Taller Villa Sur Art, ciudad de Aguilares, Provincia de
Tucumán.
LOS ARTISTAS Y SUS OBRAS
Horacio Abate (Santiago del Estero)
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Marcos Avellaneda (Bs. As.)
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Alicia Belo (Córdoba)
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Nery Cambronero (Salta)
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Froilán Colque (Jujuy)
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Alberto Cubría (Córdoba)
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Anuncio Iramain (Tucumán)
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Leonardo Iramain (Tucumán)
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Roberto Koch (Tucumán)
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Marcelo Lazarte (Tucumán)
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Pedro Molina (La Rioja)
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Silvia Porta Villafañe (Tucumán)
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Mario Quipildor (Tucumán)
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Víctor Quiroga (Tucumán)
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Pablo Iván Ríos (Tucumán)
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Kelly Romero (Tucumán)
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Mercedes Romero (Tucumán)
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Sixto Aurelio Salas (Tucumán)
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Juan Manuel Sánchez (Bs. As.)
Julio Villafañe (Tucumán)
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Carlos Hipólito Zárate (Córdoba)