24 agosto 2025

Reseña de "Trazos Maestros" (Ingenio de las Artes, 23-08-25)


Ingenio de las Artes
Dos significantes: “trazos” y “maestros”. Si por “trazo” entendemos la marca, huella, señal o signo de la incidencia de algo (o alguien), por “maestro” tenemos una doble acepción: la de haber alcanzado la maestría o máxima pericia en una disciplina, y la de persona en rol de enseñante, sea o no un “maestro” en el sentido administrativo o de práctica laboral.

Los trazos de nueve maestros quedaron plasmados en el Ingenio de las Artes, ayer 23 de agosto de 2025. Organizado por el gestor cultural, docente y artista Julio Villafañe, y con la presentación y texto curatorial de Cecilia Gaitan, más de treinta obras con la impronta, el trazo del noroeste argentino, encendieron las luces del ex Ingenio Lastenia. Entre empanadas y vinos, amigos de aquí y allá, periodistas, críticos, artistas invitados y algunos de los propios protagonistas de la muestra, le pusieron a la noche tucumana una nota dulce, como el azúcar que supo salir, bolsa a bolsa, de las puertas del ingenio y que hoy es cuna de otros “ingenios”.

Comencemos con el tucumano Aurelio Salas, el salteño nacido en Córdoba Neri Cambronero y el riojano Miguel Ángel “Toto” Guzmán, contemporáneos todos ellos, y experimentados conocedores de las formas. Los dibujos de Salas, muchas veces densos y enigmáticos, ponen en juego de manera constante luces y sombras, con reminiscencias surrealistas y expresionistas. Cambronero también se manifiesta expresionista, y las obras que fueron parte de la muestra lo posicionan como un hombre comprometido con su realidad, desde la vereda de enfrente de las guerras y las violencias cotidianas. En cuanto a Guzmán, animal político, es de público conocimiento que, su obra, lleva las marcas de la persecución y hasta de la cárcel. Esos también son tipos de trazos.

Héctor Alemán merece un párrafo aparte. Desde su taller “El Alto”, en Jujuy, canalizó tanto su visión de la vida cotidiana, como su compromiso con el arte y la cultura. Aunque en la muestra pudimos ver algunas imágenes densas y abigarradas, perturbadoras dentro de su monocromatismo, sabemos que circulan en otros espacios sus exploraciones en pintura y cerámica. El día de la muestra era casualmente su cumpleaños, y había fallecido apenas dos semanas atrás. Estará muy contento de la circulación de su obra, pintando y dibujando desde arriba. ¡Salud, maestro!

Las actas de nacimiento de Jorge Hugo Román y Lajos Szalay los ubican, en principio, lejos de Tucumán. Curiosamente, y a pesar de haber nacido Román en la ciudad de Buenos Aires (y bautizado en San José de Flores, según pudimos informarnos), en algunas biografías disponibles online se lo registra erróneamente como nacido en Mar del Plata. La lucha contra la desinformación no tiene fin. Volviendo a nuestro artista, la exhibición muestra cómo supo abordar, con la soltura de sus trazos, los temas de los valles norteños, su paisaje y la gente de los barrios aledaños a Salta. En el caso de Szalay, dibujante e ilustrador de pasaporte húngaro, estuvo a cargo de la sección dibujo del Instituto Superior de Artes de la Universidad de Tucumán hasta que fue cesanteado de su cargo durante la dictadura de Pedro Eugenio Aramburu. En esta exhibición, sus dibujos de raigambre picassiana se muestran como mojones en el camino del dibujo en la academia local.

En cuanto al tucumano Donato Grima, al salteño Alberto Elicetche y al santiagueño Luis Vivas, son una generación que aprendió y vivió desde adentro esa escuela dibujística, cuya genealogía señaláramos anteriormente. Grima propuso obras texturadas, con salpicaduras y una atmósfera de bordes y límites difusos. De Elicetche tenemos que reconocer que el título de otra de sus muestras lo representan a él y su obra: “la perfección de la línea imperfecta”. En cuanto a Vivas, por razones de salud no pudo decir “presente” en la inauguración, pero la potencia de uno de sus dibujos dio mucho que hablar entre los presentes, por la actualidad que trasunta: un banquete al que pocos están invitados, de comensales gordos y satisfechos de sí mismos, mientras atrás -lejos, en el fondo- se juega un ajeno partido: pan para pocos, circo para muchos.

Nada para agregar, excepto que invitamos desde estas líneas a quienes quieran tener una idea de la diversidad de producciones de ayer y de hoy, en el terreno del dibujo en el noroeste argentino, a que visiten “Trazos maestros” en el Ingenio de las Artes. Siempre comprometidos con la periferia, que es nuestro centro.

Rodrigo Campos Alvo

San Miguel de Tucumán, 24 de agosto de 2025


Héctor Alemán


Luis Vivas


Donato Grima


Neri Cambronero, Toto Guzmán, Alberto Elicetche


Aurelio Salas, Jorge Hugo Román, Lajos Szalay



28 septiembre 2024

Geometrías del Sentimiento: Aguilares y las artes visuales

Geometrías del Sentimiento: Aguilares y las artes visuales


Aguilares, para quienes no la conocen, tiene una vibrante atmósfera artística. Apenas uno entra a la ciudad, y ya siente que las calles le hablan: vemos murales que homenajean a ídolos del deporte, la música y la cultura local; esculturas que adornan plazas y platabandas; e incluso una notable réplica mural de la Casa Histórica de Tucumán. En Aguilares se respira arte. Y no solo por la presencia del patrimonio visual que menciono, sino que además cuenta con el Centro Cultural Ricardo Rojas y el DAVA (Departamento de Artes Visuales) dependientes de la Universidad Nacional de Tucumán, lo que la posiciona como un faro cultural en el interior de la provincia.

En este entorno, más que propicio, tuvo lugar la apertura de la muestra Geometrías del Sentimiento, un evento organizado por el pintor, docente y gestor cultural Julio Villafañe. La exposición se desarrolló en Villa Sur Art, un espacio que conjuga arte y gastronomía, y que invita a los asistentes a vivir una experiencia sensorial completa. Este cruce de estímulos no es nuevo, pero resulta siempre efectivo, ya que más allá de los sabores y las imágenes, lo que Villa Sur propicia es el encuentro: momentos de amistad, de diálogo, y de un "compartir" que trasciende la comprensión del arte como un goce estético y meramente contemplativo.

Al ingresar allí nos sumergimos en un ambiente donde se respira bohemia en cada rincón. La influencia de los grandes maestros de la región, como Pedro "El Macho" Molina,  Carlos Zárate o Nilo González se presiente en las paredes y en la arquitectura del lugar, que suspende la cotidianeidad para darnos paso a otro espacio: el del encuentro -que ya mencionamos- y el de la reflexión artística.

Geometrías del Sentimiento, la muestra inaugurada el pasado viernes 27 de septiembre de 2024, reunió a diez artistas de diversas provincias argentinas. Entre los expositores, destacan nombres como Mirta Vedia, Héctor Alemán, Jorge Alió, Marcos Avellaneda, Rodolfo Soria, Luis Vivas, Guillermo Zárate, Alberto Cubría, Guillermo Pucci y el propio Julio Villafañe. Las obras, que abarcan desde tintas y grafitos hasta acrílicos y acuarelas, comparten un hilo conductor: el dibujo como lenguaje visual. Aunque sería tentador detenerse en cada una de las piezas, los lectores de El diario de Baudolino podrán encontrar un análisis más detallado en el texto curatorial que preparé para la ocasión y que se encuentra disponible en este mismo sitio.



Prefiero, en cambio, compartir dos momentos que marcaron la apertura de la muestra. El primero fue la entrega por parte de referentes del Consejo Deliberante de Aguilares de una ordenanza que declaraba de interés cultural el evento. Este reconocimiento no es un simple acto ceremonial. Es importante destacar que este tipo de actos ponen de manifiesto la capacidad del arte para generar valor cultural y económico. Aguilares, con su incipiente mercado de arte, tiene el potencial de consolidarse como un referente regional, y gestos como este son fundamentales para fomentar ese desarrollo.

El segundo momento fue el cierre formal de la apertura, que incluyó las palabras de Villafañe, de Luis Vivas y de quien suscribe. Allí se habló de lo complejo y enriquecedor que resulta reunir a diez artistas de distintas provincias y de la importancia de tejer redes que no solo fomenten la colaboración artística, sino también los diálogos y transferencias de saberes. La convivencia entre los artistas y el público se extendió hasta altas horas de la noche, en un ambiente distendido, en el que las obras expuestas y las comidas regionales fueron el escenario perfecto para la confraternización. Docentes y alumnos universitarios, artistas y aficionados al arte conversaron entre risas y algunos tragos, mientras un conocido coleccionista local celebró su cumpleaños rodeado de alguna nueva adquisición.

La inauguración de la muestra contó, además, con la presencia de dos músicos muy queridos en la región que amenizaron la velada: el multi-instrumentista José "Virolo" Ledesma y el trovador Luis Buendía, quienes con su música supieron acompañar el ritmo natural de la noche, sumando una dimensión emocional y sensorial que complementó la experiencia visual (y gastronómica, ya lo dijimos).

Quiero cerrar esta reseña con una reflexión: actividades como Geometrías del Sentimiento no solo necesitan mayor difusión, sino también un apoyo firme -como el que vimos- por parte de las instituciones y la comunidad. Es necesario seguir fomentando estos espacios descentralizados de las grande urbes, donde el arte, comprometido y diverso, encuentre un lugar para florecer. Aguilares tiene el potencial para ser un punto de referencia en la escena cultural de la región, y depende de nosotros, artistas, gestores y público, seguir construyendo ese camino.

16 diciembre 2023

A LA CASA/ESTUDIO 22



T
e pusieron “casa”, por tus habitaciones, pero con un significado mucho mayor al que su literalidad nos da a entender. Es que fuiste “casa” para muchos, y no solo para su dueña. Para todos los presentes, sin ir más lejos, o por lo menos para mí, si me permiten hablar en primera persona. Esta casa tiene muchos habitantes, pero sobre todo una superpoblación de artistas, poetas y locos. Nada mal, me parece. Nada mal en estos tiempos que corren porque se necesita el valor y la fuerza de alguna clase de locura, para querer cambiar este mundo, o al menos este país, y volver (o avanzar, sería mejor decir) sobre la senda de la justicia social. Y para eso no solo se necesitan dirigentes. También se necesitan artistas, y no solo los de profesión, sino que cada uno de nosotros saque a relucir su veta creativa, para ponernos a diseñar entre muchos, entre todos si es posible, nuevos paisajes. Y también se necesitan poetas, por supuesto, porque la poesía es capaz también de cambiar el mundo comenzando con las palabras y su significado. ¿Cambiar? Crear, sería más preciso. 

Pero no solo fuiste casa, también fuiste estudio. Y así como el arte y la poesía, tal como los pienso, son hoy más necesarios que nunca, quiero recordar que esta casa, estas paredes a quien parezco un loco hablando (¿o lo soy, después de todo?) fueron testigos mudos de decenas de encuentros, de construcción de lazos, de compartir frustraciones y felicidades, noches de canciones de protesta, de tangos y rock-and-roll, de poemas guerrilleros y de amor, de performances, de muestras visuales, de murales colectivos, de mujeres empuñando la palabra y usando su lengua como pincel. También estas mismas paredes se ensombrecieron muchas veces escuchando testimonios un 24 de marzo, la semana siguiente rejuvenecían y brillaban al ritmo de la alegría colectiva con un karaoke de sábado. 

Aquí también, casita, cierta vez hubo colgado un planisferio invertido a la manera de Joaquín Torres García, recordándonos benedettianamente que el sur también existe (aunque si lo pensamos desde nuestro país deberíamos decir lo mismo del norte: centralismos y hegemonías se repiten como cajas chinas). Casa, quiero hacer un pequeño juego con los presentes e intentar vernos con tus ojos a quienes te hemos recorrido. ¿Y sabes qué imagino? Que seguramente nos viste como un mar de fueguitos, ¿verdad? ¿No te acuerdas a qué me refiero? Te lo cuento nuevamente, en palabras del tercer uruguayo que nombro esta noche, qué casualidad, Eduardo Galeano: “Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo. A la vuelta contó. Dijo que había contemplado desde arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos. 

-El mundo es eso -reveló- un montón de gente, un mar de fueguitos. Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tanta pasión que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca se enciende”. En esta noche de despedidas, querida Casa / Estudio 22, quiero decirte, queremos decirte que seguirás entre nosotros porque una vez creado un fuego como el de la pasión es inextinguible. Hasta siempre! 


San Miguel de Tucumán, sábado 16 de diciembre de 2023



22 agosto 2022

22 de agosto: Todo arte es político



Todo arte es político (*)

Buenas noches a todas y todos. Me pidieron amablemente que dirija unas palabras al público para la apertura de la Exposición “Soria / Villafañe” en el Ingenio de las Artes, en ocasión del Día del Desagravio al pueblo tucumano por el cierre masivo de ingenios azucareros, triste maniobra pergeñada y ejecutada por el gobierno de facto en 1966. Hoy, lunes 22 de agosto de 2022 y a tono con la noche que nos tocó y en un clima tan festivo como reflexivo, quisiera llevar luz hacia la urdimbre nada azarosa de dos elementos: uno textual y el otro contextual. Ambos elementos subrayan un mismo concepto: todo arte es político. Primera aclaración: no quiero con esto decir partidario, sino político en su sentido más social: considerar al arte inserto en la polis, en la ciudad, proponiendo un lazo social particular entre los ciudadanos. Segunda aclaración necesaria: con polis no nos referimos sólo a fenómenos urbanos, ya que tal como vemos en este caso la vinculación política se da precisamente entre lo rural, lo campesino y lo popular.

Veamos entonces: ¿cuál es el nombre del hogar que nos cobija esta noche? Ingenio Ciudad de las Artes. Digo “hogar”, y en cierto sentido no miento: aquí hubo fuego, quedaron cenizas y asistimos a un renacimiento también a través de estas imágenes cañeras. Digo “ingenio” y no solamente estoy pensando en esa maquinaria atribulada que molía caña, así como esperanzas y sueños. El ingenio es también aquella capacidad que tiene el ser humano para imaginar o inventar cosas combinando con inteligencia y habilidad los conocimientos que posee y los medios de que dispone. Efectivamente, en este preciso lugar Soria y Villafañe vuelven a encender las calderas, y con su ingenio recogen y reelaboran el imaginario social identitario tucumano por excelencia. Y entre los tres, Ingenio y artistas, nos dan cobijo.



Rodolfo Soria
Zafrero
Acrílico s/tela 



Rodolfo Soria
Pandemia
Escultura en acero inoxidable



Rodolfo Soria
Escultura en acero inoxidable y acrílicos s/tela


Quisiera dirigir ahora la memoria colectiva hacia un texto literario –devenido en clásico- de la segunda mitad del siglo XX: Veinte poetas cantan a Tucumán, editado con el propósito de llevar ánimos (y dinero) a los hogares de obreros que perdieron su empleo con el cierre de ingenios azucareros en el año 1966. Entre sus autores se vislumbran “plumas” de renombre como las de Carlos Duguech, Arturo Álvarez Sosa, Néstor Rodolfo Silva, Manuel Aldonate y Juan González, entre otros. Aquellos escritores, asumiendo la poesía como un “arma”, “dispararon” voces como las siguientes para describir a nuestra provincia: aire, amor, azúcar, canto, cielo, corazón, días, dureza, estrella, mirada, niña, noche, sangre, sueños, tierra, verdor, viento, vida, zafra… Siguiendo esa línea de indagación artística, es que me interrogaba en el texto de la muestra ¿qué tiempos y representaciones se encuentran yuxtapuestos en las obras de nuestros plásticos? Aún sigo pelando las capas de la cebolla de estas últimas imágenes del incendio.

Villafañe: geometría de lo impuro

La obra de Villafañe no es transparente. Incluso en el marco de una producción con cualidades de abstracción, su propuesta consiste en destacar la impureza e imperfección en un mundo modelado matemáticamente. Sin importar si se trata de una apuesta creativa consciente, o de un recorrido construido instintivamente, sus figuras geométricas de raigambre suprematista no soportan la soledad, su perfección solitaria. Por eso, quizás, es que emergen (irrumpen, mejor dicho) diferentes símbolos en ostinato: el pez y el anzuelo, las Sansevieria (lenguas de tigre, espadas de San Jorge entre otras denominaciones), así como las máscaras de frente, de perfil, con sus ojos eternamente abiertos, de una expresividad interpelante. El propio tiempo también habla en las obras de Villafañe, y de hecho este juega trasladando personajes y situaciones de cuadro en cuadro, formando así una gran viñeta que puede leerse en loop. Cabe mencionar que parte de las obras exhibidas fueron realizadas en plena pandemia, por lo que el artista extrae de aquella realidad el material para la creación visual produciendo un micromundo de combinaciones. Como su obra constituye una retícula que enlaza la dimensión de lo cósmico con lo terrenal, no son pocos los interrogantes que quedan abiertos para los espectadores: ¿qué secretos cifran los símbolos que pueblan el universo del artista? ¿Quién (o quiénes) se encuentra(n) tras las máscaras? ¿Estas son sinónimo de falsedad o, por el contrario, lo más genuino que nos puede mostrar una persona: las máscaras que fue construyendo a lo largo de su vida? En suma: la obra pictórica de Villafañe pone en evidencia que las sobre-determinaciones no son –no podrían ser- contemporáneas, sincrónicas. Somos, también, nuestro pasado.




Julio Villafañe
Creación N° 6
Técnica mixta s/papel


Julio Villafañe
Bicho
Acrílico s/tela


Julio Villafañe
Fisgón tucumano
Acrílico s/tela

Soria: todos los fuegos el fuego

En las obras de Soria puede advertirse la presencia de una concepción invertida del espacio: el cielo es la tierra, la tierra es el cielo, una nube es una cama y pueden encontrarse casas blancas de rojos techos surcando los aires. No se trata de la abolición de las coordenadas clásicas de espacio (alto, ancho y profundidad), sino que Soria modifica la perspectiva e incorpora una cuarta dimensión: cava y quema la propia materia generando literalmente una profundidad, y lo hace junto a una representación plástica del tiempo. Por otra parte, su obra presenta similitudes de paleta al trabajar tres de los cuatro tradicionales elementos de la naturaleza: la tierra, el aire y el fuego. De hecho, este último es la dominante pictórica. Así produce los pares binarios tierra/fuego y aire/fuego, siendo la caña de azúcar el objeto “puente” que los vincula. Pero hay más sorpresas aún: las cañas suspendidas en el espacio pueden escucharse. Si uno aguza el oído seguramente percibirá el meneo de las cañas y el silbido metálico del machete. Ya que hemos hablado del espacio, vaya una pregunta sobre la noción del tiempo: cuando vemos los fieles transportando la imagen de la Virgen de Lujan y de Copacabana, ¿estamos en 1922? ¿en 2022? ¿O quizás en un instante místico de pedir protección y amor, como lo haría un niño con su madre? Y en el cruce de las dimensiones espacio/tiempo ¿acaso esas casas volantes son todas distintas, o es una sola -cual arquetipo borgeano, siempre la misma-, que se desplaza en abierta emulación del sol y la luna? Dicho sea de paso, los soles de Soria son mudos testigos de un poder ígneo superior al propio: los poderes de las pasiones humanas, sean estas el erotismo, el trabajo, la fe… o la ignorancia.

Rodolfo Soria
Izq: Vuelo zafrero, acrílico s/tela
Der: Nocturno, acrílico s/tela



Rodolfo Soria
Tres acrílicos s/tela

Rodolfo Soria y Julio Villafañe
Acrílicos s/tela y tecnicas mixtas s/papel

El arte más urgente

Para finalizar, voy a hacer hablar a los artistas a través de dos fragmentos de entrevistas que supieron darme tiempo atrás, cuando daba mis primeros pasos en la producción de textos críticos. Villafañe dijo: “Si no tomamos la iniciativa en forma urgente, todo el arte va a terminar girando alrededor de la capital provincial. Necesitamos lineamientos claros encaminados a una cultura verdaderamente inclusiva. Mientras no se descentralice la cultura, el panorama no va a cambiar. Lo que vemos que sirve es conseguir buenos compañeros de ruta que coincidan en los pensamientos, porque “cortándose solo” al artista del interior todas esas cosas le van a terminar jugando en contra. En cambio, trabajando en conjunto, todo eso se convierte en una experiencia diferente.” No son solo palabras. Son una propuesta de trabajo, puesta en marcha tal como podemos ver hoy.

Por su parte, destaco estas reflexiones de Rodolfo Soria: “Cuando uno piensa en el mercado del arte, y no en la producción, siempre digo que los coleccionistas tienen que sentir a la obra para poder adquirirla. Porque quien la compra está llevando a su casa un objeto donde siempre va a poder ver algo nuevo, siempre va a descubrir algo nuevo en su contemplación cotidiana: de a poco aparecen matices, texturas, formas, colores… Una obra permite llevar esa magia al hogar, haciendo posible que cada uno de sus habitantes la tenga como fuente de lectura constante, una cantera inagotable de sentidos.” Por supuesto, el arte se hace “por amor al arte” y sin embargo el artista tiene que vivir. ¿Por qué no podría hacerlo con el producto de su trabajo? Sugerencia: compren arte. No se van a arrepentir.

Hoy, la periferia se hace centro y el Ingenio Ciudad de las Artes gestionado con fervor por la escribana Beatriz Tula, nos recibe a todos los presentes estableciendo una industria (la cultural) sobre otra vieja industria (la azucarera), movimiento que cuestiona y replantea los sistemas de producción, visibilidad, legitimación, circulación, difusión y hasta la concepción ideológica y social del arte. Pero no tienen por qué estar de acuerdo conmigo. Caminen un poco por la muestra y su entorno y verán: el arte ya entró en ustedes y se irá con ustedes al salir. Eso también es política. Buenas noches.


Rodrigo Campos Alvo, 22 de agosto de 2022

(*) Palabras leídas en la apertura de la Exposición “Soria / Villafañe” en el Ingenio de las Artes, Banda del Río Salí, Tucumán.



Últimas imágenes del incendio: Tucumán 1966-2022

 



La imagen arde por la memoria, es decir que no deja de arder, incluso cuando ya no es más que ceniza.

Georges Didi-Huberman

Azúcar amargo

Las imágenes arden en llamas y nos consumen, en consonancia con la idea freudiana del malestar en la cultura. Al menos así lo afirma el filósofo francés de nuestro epígrafe. Esta concepción psicoanalítica aplicada al arte nos advierte que ni la más alta ilustración resuelve o elimina la parte oscura del ser humano. Quizás por ello resulta difícil orientarnos entre tantas imágenes sin quedar agobiado por la tarea, ya que nos echan en cara quiénes somos y de dónde venimos. Las obras plásticas que presentamos en esta ocasión combinan un valor estético, con el de documentos históricos y el de objetos de ensoñación. Es que las pinturas de Julio Villafañe y Rodolfo Soria nos ponen frente a una encrucijada, un cruce de caminos con múltiples recorridos posibles. Por ello lo mejor sería no intentar “poseer” ni “explicar” estos cuadros, sino dejar que nos interpelen. Dejar correr, escapar los sentidos, abrirse al capricho de interpretaciones con recorridos imprevisibles. Después de todo, las imágenes expuestas quedarán atrás cuando nos hayamos retirado, y sin embargo las llevaremos adentro. Como aquellas pequeñas cosas a las que cantaba un catalán, estarán acechándonos “detrás de la puerta” para regresar a nosotros renovadas, encendidas. Cual ave Fénix que nos observase desde las cenizas, las imágenes constituyen una lucha contra el paso del tiempo, una forma de resistencia frente al olvido. En la dinámica y complejidad de esta propuesta colectiva no distinguimos un estilo único ni representaciones a las que llamar “de época”. Por caso, si pusiéramos estas obras visuales a dialogar con las representaciones del azúcar en la cultura local, encontraríamos de seguro las conexiones más diversas y sugestivas. Siguiendo esa línea de indagación artística, ¿qué tiempos y representaciones se encuentran yuxtapuestos en las obras de nuestros plásticos? Hagamos un poco de historia.


"22 de agosto de 1966" Instalación de Rodolfo E. Soria

(Predio del Ex Ingenio Lastenia, Banda del Rio Salí, 2022)


¿Ardió Tucumán?

La experiencia artístico-política conocida como Tucumán arde (Rosario/Buenos Aires, 1968) fue sincrónica a su tiempo y anacrónica a la vez, porque ¿cuántos oídos y ojos hubo para esa disruptiva muestra que dejaba al descubierto aquello que los medios de comunicación masiva ocultaban? Pero vayamos más lejos aún: los obreros del surco, las creencias populares, el Tucumán-Azúcar ¿guardan actualidad como temas de elaboración artística? Para Didi-Huberman, el anacronismo es una riqueza interior a los objetos mismos, en este caso a las imágenes. Advirtamos antes que no existe concordancia entre los tiempos representados, los de la creación de la representación, y los de la contemplación del público. Por eso decimos que un muro de cincuenta y cuatro años nos separa cronológicamente… o nos une anacrónicamente, según se mire. Pero no nos moveríamos demasiado si consideramos solo lo pictórico, soslayando el espacio donde se desarrolla la muestra: el ex Ingenio Lastenia. Creemos que se insinúa una mise en abyme en el hecho de exhibir representaciones visuales de la industria azucarera (y sus vicisitudes) en un sitio que testimonia “la nostalgia de haber sido y el dolor de ya no ser”. Ya lo dijimos: la cultura vive en perpetuo malestar, y para hacer frente a esa realidad el ser humano busca satisfacciones sustitutivas, dentro de las que ubica en un lugar privilegiado a la creación artística. Por eso, la presencia de esta muestra en La Ciudad de las Artes no se trata tan solo de una contingencia, o de un homenaje a ese pasado (recordado como) glorioso. El montaje mismo constituye un acto simbólico de resistencia, al recuperar ese espacio físico y sustituir la producción agroindustrial por la producción artística. Así, el Ingenio que fuera antaño fuente de trabajo y deviniera luego en triste signo del desamparo, finalmente –en nuestros tiempos- pudo transformarse en fecundidad cultural.



Dibujos de Julio E.Villafañe. Grafito y lápices de color s/ papel.

Serie Reciente (2022)

Lo que vendrá

Una imagen que resiste señala algo con el dedo, nos interpela e invita a desplegar -o intentar explicar- lo que nos muestra: la otra historia, aquella a contrapelo que proponía hace tanto tiempo (pero de forma tan actual) el filósofo alemán Walter Benjamin. ¿Cómo procesar este inmenso y rizomático archivo de imágenes tucumanas que nos obsequian Soria y Villafañe? A través de la imaginación y el montaje. Si Didi-Huberman tiene razón y las imágenes arden, no significa por ello que vayamos a quedar hipnotizados y atraídos morbosamente por dicho resplandor. Las imágenes arden por su urgencia, su insistencia en hacernos saber que somos tanto parte del malestar como de su tramitación. Por eso mismo, no todo está perdido: los hombres sueñan, así como la tierra lo hace a su manera. Y en los sueños que trae la noche cuando la luz y la razón descansan (así lo anunció Goya), hay lugar para el placer, el goce, el encanto, pasiones que desbordan nuestra experiencia cotidiana en blanco y negro. 



Tres acrílicos sobre tela de Rodolfo E. Soria (2021)


Las imágenes de estos artistas abren caminos oníricos, y son pródigas en alegorías y asociaciones devocionales, de referencias místicas que no pueden revelarse más que en el acto individual de contemplación. Implicación performativa del espectador, que no podrá verificar las ideas previas con las que llegó, y por ello se irá probablemente con más dudas que certezas. La exégesis artística de estas últimas imágenes del incendio serán producto del encuentro con las diferencias entre lo buscado… y lo encontrado.

 

Rodrigo Campos Alvo

San Miguel de Tucumán, 28 de julio de 2022

 

(*) Texto principal para el catálogo de la exposición en el Ingenio Ciudad de las Artes, agosto de 2022



17 junio 2022

Postales de este lado del mundo: la obra plástica de Dardo Orquera

 

“La verdadera patria del hombre es la infancia”

Rainer María Rilke

¿Cuántas formas hay para expresar el amor por la ciudad de uno? Innumerables, sin duda. Desde colaborar en el cuidado de la limpieza, hasta plantar árboles, pasando por el pago puntual de los impuestos (tasas, precisemos, después de todo se trata de un municipio). Pero además de los ciudadanos de a pie, hay quienes tienen una relación especial con la creación y se conocen como artistas. Ellos también expresan sus lealtades, a su manera. Así, nuestra querida Mercedes Sosa cantó las penas y alegrías del obrero del surco, el poeta Lucho Díaz ilustró en sus versos el sentir popular del interior de la provincia, y el eterno Gerardo Vallejo documentó en blanco y negro realidades locales difíciles de procesar aún el día de hoy. Y a pesar de que no son pocos los hijos de Szalay y Spilimbergo que retrataron “los trabajos y los días” tucumanos, la dominante fue el paisajismo como marca identitaria: Osorio Luque, Demetrio Iramain, Luis Lobo de la Vega, Guillermo Guerineau y siguen las firmas... El caso de Dardo Leoncio Orquera (Tucumán, 1931-2016) aporta una página singular en la historia del arte local: nacido en la ciudad de Concepción, vive luego en Villa Hileret  y los veranos de su infancia lo encuentran en Alpachiri, nada menos que en medio de la antigua traza del Camino del Inca. Su hija Fabiola, investigadora de la cultura popular del noroeste argentino, lo recuerda como un docente incansable, un folclorista de conexión visceral con la música, como fotógrafo, ensayista, empedernido lector... y artista visual hacia el final de sus días. En los pocos años en que produjo la totalidad de su obra plástica (2000-2010), dejó plasmadas más de sesenta obras como las que podemos admirar en la muestra que reseñamos, y que responden antes que a un paisajismo tradicional (y tradicionalista), a uno urbano con muy pocos referentes en nuestro medio.



Desde el punto de vista cultural, el paisaje no es un objeto (ni natural ni artificial, dicho sea de paso) sino una construcción subjetiva. Por supuesto que cualquier paisaje se construye, se elabora a partir de algo que se ve, pero va mucho más allá de lo que materialmente existe. Al enfrentarse el artista con la ciudad, proyecta sus estados de ánimo sobre la escena a través de su mirada estética. ¿Cómo saber cuánto hay en las obras de Orquera de lo que vio, lo que escuchó, lo que leyó sobre la ciudad de antaño? Al valorar elementos plásticos como la línea, el movimiento, espacio luz y color nos preguntamos: ¿cuánto le debe su propuesta al cine, a la arquitectura, a la fotografía, pero también a la música, la literatura y hasta a la publicidad? Debemos decir que no es en cada imagen singular sino en su concatenación donde se produce el “efecto retrato” del viejo Tucumán. Así, antes que una experiencia personal la obra plástica de Orquera se emplaza sobre una memoria colectiva.



Se atribuye a un conocido político inglés el pensamiento “First we shape our buildings, then they shape us” (Primero damos forma a nuestros edificios, luego ellos nos dan forma a nosotros). De igual manera podemos pensar a las ciudades: primero somos nosotros quienes las moldeamos, luego ellas nos moldean. Profundizando en esta idea, no se observan en las obras exhibidas ninguna de las características que el filósofo y sociólogo berlinés Georg Simmel (contemporáneo a los procesos que mencionamos) describe en la ciudad moderna: el predominio de la racionalidad, el hastío, la reserva de las emociones, el anonimato, la precisión y la exactitud. Por el contrario, la ciudad orqueriana tiene casas bajas -a excepción de los dos pisos del Cabildo o de los tres del Hotel Savoy-, señoritas que cuchichean en corro y vestidas a la moda, caballeros con traje y corbata moño o sombrero y pañuelo al cuello -según la clase social de la que se trate-, vendedores ambulantes y otros tantos oficios hoy desaparecidos.





Creemos que la mirada sobre la ciudad que prevalece en las obras de Orquera refleja el momento histórico que marca el paso del Tucumán tradicional al -digámoslo así- moderno. Calles, plazas y edificios pueden resultar identificables y aún reconocibles para el espectador, sin embargo la ausencia de multitudes, las pocas personas que pueblan el espacio pictórico, dan cuenta de la morosidad de la vida cotidiana de aquel entonces. Vacas soñadoras, algún que otro carro tirado por caballos, unos pocos transeúntes y hasta un tímido ciclista son los casi exclusivos protagonistas de estas postales. Si la ciudad fuera un texto, los cuadros de Orquera serían aguafuertes costumbristas como alguna vez las supo componer Roberto Arlt, o mucho antes Mariano José de Larra. El cambio de época puede observarse en toda su plenitud en la obra “EL BAJO” (óleo, 70 x 50 cm.), donde coexisten una conocida edificación en pie al día de la fecha, un tranvía eléctrico, un coche a motor, dos carruajes a caballo -uno con techo desmontable y otro fijo-, una bicicleta y un vendedor ambulante empujando su carrito de dos ruedas. No cuesta mucho imaginar cruzando esas calles, o saludándose -sombrero en mano- a Ricardo Jaimes Freyre,  Juan B. Terán o al mismísimo Paul Groussac.


La particularidad de las obras expuestas radica en la dislocación temporal que proponen: Orquera, hombre del Siglo XX, recrea en el Siglo XXI un Tucumán que apenas abandonaba el Siglo XIX y que solo en alguna medida llegó a conocer personalmente. Para ello Dardito utiliza de bastidor -a la manera de Rilke- fotografías antiguas a partir de las que borda con hilos de sus propios recuerdos e impresiones, las imágenes que construyó yendo “de Hileret a la Ciudad”. Sin importar cuán lejos o cuan cerca nuestro percibamos las imágenes que Orquera nos regala, corresponden a una ciudad invisible (Ítalo Calvino dixit): aquella que habitamos y que no vemos precisamente por nuestra plena identificación con ella. Las obras reunidas en esta muestra constituyen una geografía imaginaria que contrabandea recuerdos, anacronías y sueños a paso de cangrejo, la misma manera en que Günter Grass pensaba la historia: moviéndose hacia atrás para poder avanzar.

 

Rodrigo Campos Alvo

San Miguel de Tucumán, viernes 17 de Junio de 2022

 



RESEÑA DE LA MUESTRA

 

"Dardito, de Hileret a la Ciudad"

(Imágenes del viejo Tucumán)


Obras de Dardo Leoncio Orquera

Del 6 al 30 de junio de 2022

En el Centro Cultural Virla de la Universidad Nacional de Tucumán

(25 de mayo 265, San Miguel de Tucumán)


Proyección del corto animado:

"Crónica en colores de un viaje primordial"

de Fabián Castro, Susana Ale y Fabiola Orquera





SELECCIÓN DE OBRAS

Mendoza y Maipú (actual Mercado del Norte), óleo 70x50 (2003)




Laprida al 100, óleo 70x60 (2004)



Hospital Mixto de las Mercedes (actual Htal. Padilla), óleo 70x50 (s.f.)



Actual Escuela Sarmiento, óleo 70x50 (2009)



Crisóstomo Álvarez al 200, óleo 45x55 (2008)



Congreso primera cuadra, óleo 70x50 (2008)



Casa del Obispo Colombres, óleo 55x45 (2011)



El Cabildo en 25 de Mayo primera cuadra (actual Casa de Gobierno), óleo 65x40 (2001)



24 de Setiembre y Avenida Avellaneda, óleo 65x50 (2010)



24 de Setiembre y Sáenz Peña (El bajo), óleo 65x55 (2008)



24 de Setiembre y 25 de Mayo, óleo 65x50 (2010)



24 de Setiembre al 400, óleo 50x70 (2005)


Techos y Cabildo a la distancia, óleo 70x50 (s.f.)


San Martín y Maipú, óleo 70x55 (2009)



San Martín y Laprida, óleo 60x50 (2009)


San Martín al 600, óleo 50x70 (2004)



San Martín al 500, óleo 50x70 (2004)



San Martín al 400, óleo 70x50 (2005)


Plaza Lamadrid (Ex Terminal de Ómnibus), óleo 70x45 (2004)



Plaza Independencia, óleo 70x50 (2004)