La historia de mi máquina de escribir
Paul Auster (EEUU, 1947)
- GÉNERO: Narrativa contemporánea
- EDITORIAL: Seix Barral
- LUGAR DE EDICIÓN: Barcelona, España
- AÑO: 2016 (primera edición en esta colección)
- PÁGINAS: 64
- ISBN: 978-950-731-880-1
- ORIGINAL EN INGLÉS: "´The Story of My Typewriter", (2002)
- TRADUCCIÓN: Benito Gómez Ibañez
CONTRATAPA
Para Paul Auster, su Olympia es
más que una herramienta de trabajo: desde la década de 1970 ha sido una fiel
compañera en su prolífico viaje literario, amiga silenciosa, confidente de los
relatos de toda una vida. Un día, la curiosa mirada de Sam Messer convirtió
esta máquina de escribir en un ser con personalidad, con “deseos y estados de
ánimo”. Sus ilustraciones son deslumbradores retratos y un sincero homenaje a
aquella que tanto ha ofrecido a uno de los autores más importantes de la
literatura contemporánea.
RESEÑA
Esto es algo extraño. Estoy
resistiendo el impulso de escribir al editor de este libro y sugerirle una
modificación en su autoría. No se trataría de un libro de Paul Auster ilustrado
por el artista Sam Messer, sino de un libro de ilustraciones de Messer,
acompañado con inspiradas glosas de Paul Auster. Sostengo esta curiosa clave de
lectura en las siguientes observaciones: la calidad y cantidad de ilustraciones
(treinta y cinco) en un libro de solo sesenta y cuatro páginas, y la
certidumbre de que es la mirada del pintor la que dotó de vida propia al artefacto
que titula la obra, y con el que Auster compartió la mitad de su vida al
momento de escribir el texto. “Nunca he tenido
intención de convertir a mi máquina de escribir en un personaje heroico. Eso es
obra de Sam Messer, un individuo que se presentó un día en mi casa y se enamoró
de ella […] Sam ha tomado posesión de mi máquina de escribir, y poco a poco ha
ido transformando un objeto inanimado en un ser con personalidad y presencia en
el mundo. La máquina tiene ahora deseos y estados de ánimo, expresa cólera
ciega y alegría exuberante y, encerrado en el interior de su metálico cuerpo
gris, casi podría jurarse que se escucha el latido de un corazón”. No es
nuestro escritor un reaccionario cascarrabias por el hecho de utilizar
diariamente su vieja Olympia, sino uno de los últimos ejemplares de homo scriptorus del siglo xx, como él
mismo lo admite. Y de ahí su preferencia por sentir las manos sobre ese
teclado. Y los pesados tipos trazando una hoja en blanco. Y el olor a tinta, y
a grasa y a papel. Claro, es su amor por ella: la máquina de escribir. Este pequeño
libro refleja una vez más la fascinación humana por recuperar esas pequeñas
cosas que, como reflexiona Joan Manuel Serrat, “nos tienen tan a su merced como
hojas muertas”.