Tao-Tê-Ching (El libro del recto camino)
Lao-Tsé (China, Siglo VI A.C.)
- GÉNERO: Filosofía / Religión
- EDITORIAL: Ediciones Morata, S.A.
- LUGAR DE EDICIÓN: Madrid, España
- AÑO: 1980 (quinta edición)
- PÁGINAS: 127
- ORIGINAL EN INGLÉS: Tao Tê Ching, George Allen & Unwin, Ltd. London, 1970
- TRADUCCIÓN: Caridad Díaz-Faes
Literatura, en un sentido amplio. Así comenzaría definiendo este antiguo
escrito de mil caras. El Tao Te Ching, o Tao Te King, cuya autoría es
asignada a un Homero oriental de nombre Leo Tsé, resiste una y otra vez
el paso del tiempo, las traidoras traducciones, los reduccionismos
teológicos, las lecturas sesgadas, y hasta -por qué no- las buenas
intenciones. En mis manos tengo un ejemplar español de una versión
inglesa, de una transliteración moderna de un original escrito en chino
antiguo probablemente en innúmeras tablillas de barro, rollos de seda o
bambú, a partir de narraciones orales. ¿Qué esperanza podría caber de
extraer occidentales certezas acerca de su origen, ulteriores
modificaciones, y su inicial sentido? Ninguna, por supuesto. Y sin
embargo nuestra cultura hace cientos de años que se siente atraída por
esas y otras inefables razones a esta colección de versos conocida como
"El libro del camino recto" o "El libro de las virtudes". A través de
breves capítulos y secciones, y con tono poético, Lao Tsé da consejos
políticos y de recta conducta a los hombres, reflexiona sobre la
existencia, pondera el contraste entre los opuestos, aborda el tema de
la armonía y hasta la sabiduría misma. Entre sus páginas me encontré con
el estoicismo de Marco Aurelio ("Riquezas, honores y orgullo llevan en
sí mismos la destrucción", IX), la conversación entre el Marco Polo y
Gengis Khan de Italo Calvino ("Treinta rayos convergen en el cubo de la
rueda; y de esta parte en la que no hay nada, depende la utilización de
la rueda", XI), la poesía de Alejandra Pizarnik ("El Uno, revelado, no
deslumbra; oculto, no pierde su luz; infinito, no puede ser definido;
retorna a la no-existencia", XIV), el freudiano principio de Nirvana, y
hasta Jacques Lacan y su teoría de la falta. La riqueza expresiva del
Tao Te Ching, y a la vez la profunda oscuridad que lo rodea, es lo que
mantiene su interés, su vigencia, y su multivocidad. Después de todo,
tal como afirma Lao Tsé ya en su primer renglón "el Tao que puede ser
expresado no es el Tao eterno".
No hay comentarios:
Publicar un comentario