22 agosto 2022

22 de agosto: Todo arte es político



Todo arte es político (*)

Buenas noches a todas y todos. Me pidieron amablemente que dirija unas palabras al público para la apertura de la Exposición “Soria / Villafañe” en el Ingenio de las Artes, en ocasión del Día del Desagravio al pueblo tucumano por el cierre masivo de ingenios azucareros, triste maniobra pergeñada y ejecutada por el gobierno de facto en 1966. Hoy, lunes 22 de agosto de 2022 y a tono con la noche que nos tocó y en un clima tan festivo como reflexivo, quisiera llevar luz hacia la urdimbre nada azarosa de dos elementos: uno textual y el otro contextual. Ambos elementos subrayan un mismo concepto: todo arte es político. Primera aclaración: no quiero con esto decir partidario, sino político en su sentido más social: considerar al arte inserto en la polis, en la ciudad, proponiendo un lazo social particular entre los ciudadanos. Segunda aclaración necesaria: con polis no nos referimos sólo a fenómenos urbanos, ya que tal como vemos en este caso la vinculación política se da precisamente entre lo rural, lo campesino y lo popular.

Veamos entonces: ¿cuál es el nombre del hogar que nos cobija esta noche? Ingenio Ciudad de las Artes. Digo “hogar”, y en cierto sentido no miento: aquí hubo fuego, quedaron cenizas y asistimos a un renacimiento también a través de estas imágenes cañeras. Digo “ingenio” y no solamente estoy pensando en esa maquinaria atribulada que molía caña, así como esperanzas y sueños. El ingenio es también aquella capacidad que tiene el ser humano para imaginar o inventar cosas combinando con inteligencia y habilidad los conocimientos que posee y los medios de que dispone. Efectivamente, en este preciso lugar Soria y Villafañe vuelven a encender las calderas, y con su ingenio recogen y reelaboran el imaginario social identitario tucumano por excelencia. Y entre los tres, Ingenio y artistas, nos dan cobijo.



Rodolfo Soria
Zafrero
Acrílico s/tela 



Rodolfo Soria
Pandemia
Escultura en acero inoxidable



Rodolfo Soria
Escultura en acero inoxidable y acrílicos s/tela


Quisiera dirigir ahora la memoria colectiva hacia un texto literario –devenido en clásico- de la segunda mitad del siglo XX: Veinte poetas cantan a Tucumán, editado con el propósito de llevar ánimos (y dinero) a los hogares de obreros que perdieron su empleo con el cierre de ingenios azucareros en el año 1966. Entre sus autores se vislumbran “plumas” de renombre como las de Carlos Duguech, Arturo Álvarez Sosa, Néstor Rodolfo Silva, Manuel Aldonate y Juan González, entre otros. Aquellos escritores, asumiendo la poesía como un “arma”, “dispararon” voces como las siguientes para describir a nuestra provincia: aire, amor, azúcar, canto, cielo, corazón, días, dureza, estrella, mirada, niña, noche, sangre, sueños, tierra, verdor, viento, vida, zafra… Siguiendo esa línea de indagación artística, es que me interrogaba en el texto de la muestra ¿qué tiempos y representaciones se encuentran yuxtapuestos en las obras de nuestros plásticos? Aún sigo pelando las capas de la cebolla de estas últimas imágenes del incendio.

Villafañe: geometría de lo impuro

La obra de Villafañe no es transparente. Incluso en el marco de una producción con cualidades de abstracción, su propuesta consiste en destacar la impureza e imperfección en un mundo modelado matemáticamente. Sin importar si se trata de una apuesta creativa consciente, o de un recorrido construido instintivamente, sus figuras geométricas de raigambre suprematista no soportan la soledad, su perfección solitaria. Por eso, quizás, es que emergen (irrumpen, mejor dicho) diferentes símbolos en ostinato: el pez y el anzuelo, las Sansevieria (lenguas de tigre, espadas de San Jorge entre otras denominaciones), así como las máscaras de frente, de perfil, con sus ojos eternamente abiertos, de una expresividad interpelante. El propio tiempo también habla en las obras de Villafañe, y de hecho este juega trasladando personajes y situaciones de cuadro en cuadro, formando así una gran viñeta que puede leerse en loop. Cabe mencionar que parte de las obras exhibidas fueron realizadas en plena pandemia, por lo que el artista extrae de aquella realidad el material para la creación visual produciendo un micromundo de combinaciones. Como su obra constituye una retícula que enlaza la dimensión de lo cósmico con lo terrenal, no son pocos los interrogantes que quedan abiertos para los espectadores: ¿qué secretos cifran los símbolos que pueblan el universo del artista? ¿Quién (o quiénes) se encuentra(n) tras las máscaras? ¿Estas son sinónimo de falsedad o, por el contrario, lo más genuino que nos puede mostrar una persona: las máscaras que fue construyendo a lo largo de su vida? En suma: la obra pictórica de Villafañe pone en evidencia que las sobre-determinaciones no son –no podrían ser- contemporáneas, sincrónicas. Somos, también, nuestro pasado.




Julio Villafañe
Creación N° 6
Técnica mixta s/papel


Julio Villafañe
Bicho
Acrílico s/tela


Julio Villafañe
Fisgón tucumano
Acrílico s/tela

Soria: todos los fuegos el fuego

En las obras de Soria puede advertirse la presencia de una concepción invertida del espacio: el cielo es la tierra, la tierra es el cielo, una nube es una cama y pueden encontrarse casas blancas de rojos techos surcando los aires. No se trata de la abolición de las coordenadas clásicas de espacio (alto, ancho y profundidad), sino que Soria modifica la perspectiva e incorpora una cuarta dimensión: cava y quema la propia materia generando literalmente una profundidad, y lo hace junto a una representación plástica del tiempo. Por otra parte, su obra presenta similitudes de paleta al trabajar tres de los cuatro tradicionales elementos de la naturaleza: la tierra, el aire y el fuego. De hecho, este último es la dominante pictórica. Así produce los pares binarios tierra/fuego y aire/fuego, siendo la caña de azúcar el objeto “puente” que los vincula. Pero hay más sorpresas aún: las cañas suspendidas en el espacio pueden escucharse. Si uno aguza el oído seguramente percibirá el meneo de las cañas y el silbido metálico del machete. Ya que hemos hablado del espacio, vaya una pregunta sobre la noción del tiempo: cuando vemos los fieles transportando la imagen de la Virgen de Lujan y de Copacabana, ¿estamos en 1922? ¿en 2022? ¿O quizás en un instante místico de pedir protección y amor, como lo haría un niño con su madre? Y en el cruce de las dimensiones espacio/tiempo ¿acaso esas casas volantes son todas distintas, o es una sola -cual arquetipo borgeano, siempre la misma-, que se desplaza en abierta emulación del sol y la luna? Dicho sea de paso, los soles de Soria son mudos testigos de un poder ígneo superior al propio: los poderes de las pasiones humanas, sean estas el erotismo, el trabajo, la fe… o la ignorancia.

Rodolfo Soria
Izq: Vuelo zafrero, acrílico s/tela
Der: Nocturno, acrílico s/tela



Rodolfo Soria
Tres acrílicos s/tela

Rodolfo Soria y Julio Villafañe
Acrílicos s/tela y tecnicas mixtas s/papel

El arte más urgente

Para finalizar, voy a hacer hablar a los artistas a través de dos fragmentos de entrevistas que supieron darme tiempo atrás, cuando daba mis primeros pasos en la producción de textos críticos. Villafañe dijo: “Si no tomamos la iniciativa en forma urgente, todo el arte va a terminar girando alrededor de la capital provincial. Necesitamos lineamientos claros encaminados a una cultura verdaderamente inclusiva. Mientras no se descentralice la cultura, el panorama no va a cambiar. Lo que vemos que sirve es conseguir buenos compañeros de ruta que coincidan en los pensamientos, porque “cortándose solo” al artista del interior todas esas cosas le van a terminar jugando en contra. En cambio, trabajando en conjunto, todo eso se convierte en una experiencia diferente.” No son solo palabras. Son una propuesta de trabajo, puesta en marcha tal como podemos ver hoy.

Por su parte, destaco estas reflexiones de Rodolfo Soria: “Cuando uno piensa en el mercado del arte, y no en la producción, siempre digo que los coleccionistas tienen que sentir a la obra para poder adquirirla. Porque quien la compra está llevando a su casa un objeto donde siempre va a poder ver algo nuevo, siempre va a descubrir algo nuevo en su contemplación cotidiana: de a poco aparecen matices, texturas, formas, colores… Una obra permite llevar esa magia al hogar, haciendo posible que cada uno de sus habitantes la tenga como fuente de lectura constante, una cantera inagotable de sentidos.” Por supuesto, el arte se hace “por amor al arte” y sin embargo el artista tiene que vivir. ¿Por qué no podría hacerlo con el producto de su trabajo? Sugerencia: compren arte. No se van a arrepentir.

Hoy, la periferia se hace centro y el Ingenio Ciudad de las Artes gestionado con fervor por la escribana Beatriz Tula, nos recibe a todos los presentes estableciendo una industria (la cultural) sobre otra vieja industria (la azucarera), movimiento que cuestiona y replantea los sistemas de producción, visibilidad, legitimación, circulación, difusión y hasta la concepción ideológica y social del arte. Pero no tienen por qué estar de acuerdo conmigo. Caminen un poco por la muestra y su entorno y verán: el arte ya entró en ustedes y se irá con ustedes al salir. Eso también es política. Buenas noches.


Rodrigo Campos Alvo, 22 de agosto de 2022

(*) Palabras leídas en la apertura de la Exposición “Soria / Villafañe” en el Ingenio de las Artes, Banda del Río Salí, Tucumán.



Últimas imágenes del incendio: Tucumán 1966-2022

 



La imagen arde por la memoria, es decir que no deja de arder, incluso cuando ya no es más que ceniza.

Georges Didi-Huberman

Azúcar amargo

Las imágenes arden en llamas y nos consumen, en consonancia con la idea freudiana del malestar en la cultura. Al menos así lo afirma el filósofo francés de nuestro epígrafe. Esta concepción psicoanalítica aplicada al arte nos advierte que ni la más alta ilustración resuelve o elimina la parte oscura del ser humano. Quizás por ello resulta difícil orientarnos entre tantas imágenes sin quedar agobiado por la tarea, ya que nos echan en cara quiénes somos y de dónde venimos. Las obras plásticas que presentamos en esta ocasión combinan un valor estético, con el de documentos históricos y el de objetos de ensoñación. Es que las pinturas de Julio Villafañe y Rodolfo Soria nos ponen frente a una encrucijada, un cruce de caminos con múltiples recorridos posibles. Por ello lo mejor sería no intentar “poseer” ni “explicar” estos cuadros, sino dejar que nos interpelen. Dejar correr, escapar los sentidos, abrirse al capricho de interpretaciones con recorridos imprevisibles. Después de todo, las imágenes expuestas quedarán atrás cuando nos hayamos retirado, y sin embargo las llevaremos adentro. Como aquellas pequeñas cosas a las que cantaba un catalán, estarán acechándonos “detrás de la puerta” para regresar a nosotros renovadas, encendidas. Cual ave Fénix que nos observase desde las cenizas, las imágenes constituyen una lucha contra el paso del tiempo, una forma de resistencia frente al olvido. En la dinámica y complejidad de esta propuesta colectiva no distinguimos un estilo único ni representaciones a las que llamar “de época”. Por caso, si pusiéramos estas obras visuales a dialogar con las representaciones del azúcar en la cultura local, encontraríamos de seguro las conexiones más diversas y sugestivas. Siguiendo esa línea de indagación artística, ¿qué tiempos y representaciones se encuentran yuxtapuestos en las obras de nuestros plásticos? Hagamos un poco de historia.


"22 de agosto de 1966" Instalación de Rodolfo E. Soria

(Predio del Ex Ingenio Lastenia, Banda del Rio Salí, 2022)


¿Ardió Tucumán?

La experiencia artístico-política conocida como Tucumán arde (Rosario/Buenos Aires, 1968) fue sincrónica a su tiempo y anacrónica a la vez, porque ¿cuántos oídos y ojos hubo para esa disruptiva muestra que dejaba al descubierto aquello que los medios de comunicación masiva ocultaban? Pero vayamos más lejos aún: los obreros del surco, las creencias populares, el Tucumán-Azúcar ¿guardan actualidad como temas de elaboración artística? Para Didi-Huberman, el anacronismo es una riqueza interior a los objetos mismos, en este caso a las imágenes. Advirtamos antes que no existe concordancia entre los tiempos representados, los de la creación de la representación, y los de la contemplación del público. Por eso decimos que un muro de cincuenta y cuatro años nos separa cronológicamente… o nos une anacrónicamente, según se mire. Pero no nos moveríamos demasiado si consideramos solo lo pictórico, soslayando el espacio donde se desarrolla la muestra: el ex Ingenio Lastenia. Creemos que se insinúa una mise en abyme en el hecho de exhibir representaciones visuales de la industria azucarera (y sus vicisitudes) en un sitio que testimonia “la nostalgia de haber sido y el dolor de ya no ser”. Ya lo dijimos: la cultura vive en perpetuo malestar, y para hacer frente a esa realidad el ser humano busca satisfacciones sustitutivas, dentro de las que ubica en un lugar privilegiado a la creación artística. Por eso, la presencia de esta muestra en La Ciudad de las Artes no se trata tan solo de una contingencia, o de un homenaje a ese pasado (recordado como) glorioso. El montaje mismo constituye un acto simbólico de resistencia, al recuperar ese espacio físico y sustituir la producción agroindustrial por la producción artística. Así, el Ingenio que fuera antaño fuente de trabajo y deviniera luego en triste signo del desamparo, finalmente –en nuestros tiempos- pudo transformarse en fecundidad cultural.



Dibujos de Julio E.Villafañe. Grafito y lápices de color s/ papel.

Serie Reciente (2022)

Lo que vendrá

Una imagen que resiste señala algo con el dedo, nos interpela e invita a desplegar -o intentar explicar- lo que nos muestra: la otra historia, aquella a contrapelo que proponía hace tanto tiempo (pero de forma tan actual) el filósofo alemán Walter Benjamin. ¿Cómo procesar este inmenso y rizomático archivo de imágenes tucumanas que nos obsequian Soria y Villafañe? A través de la imaginación y el montaje. Si Didi-Huberman tiene razón y las imágenes arden, no significa por ello que vayamos a quedar hipnotizados y atraídos morbosamente por dicho resplandor. Las imágenes arden por su urgencia, su insistencia en hacernos saber que somos tanto parte del malestar como de su tramitación. Por eso mismo, no todo está perdido: los hombres sueñan, así como la tierra lo hace a su manera. Y en los sueños que trae la noche cuando la luz y la razón descansan (así lo anunció Goya), hay lugar para el placer, el goce, el encanto, pasiones que desbordan nuestra experiencia cotidiana en blanco y negro. 



Tres acrílicos sobre tela de Rodolfo E. Soria (2021)


Las imágenes de estos artistas abren caminos oníricos, y son pródigas en alegorías y asociaciones devocionales, de referencias místicas que no pueden revelarse más que en el acto individual de contemplación. Implicación performativa del espectador, que no podrá verificar las ideas previas con las que llegó, y por ello se irá probablemente con más dudas que certezas. La exégesis artística de estas últimas imágenes del incendio serán producto del encuentro con las diferencias entre lo buscado… y lo encontrado.

 

Rodrigo Campos Alvo

San Miguel de Tucumán, 28 de julio de 2022

 

(*) Texto principal para el catálogo de la exposición en el Ingenio Ciudad de las Artes, agosto de 2022



17 junio 2022

Postales de este lado del mundo: la obra plástica de Dardo Orquera

 

“La verdadera patria del hombre es la infancia”

Rainer María Rilke

¿Cuántas formas hay para expresar el amor por la ciudad de uno? Innumerables, sin duda. Desde colaborar en el cuidado de la limpieza, hasta plantar árboles, pasando por el pago puntual de los impuestos (tasas, precisemos, después de todo se trata de un municipio). Pero además de los ciudadanos de a pie, hay quienes tienen una relación especial con la creación y se conocen como artistas. Ellos también expresan sus lealtades, a su manera. Así, nuestra querida Mercedes Sosa cantó las penas y alegrías del obrero del surco, el poeta Lucho Díaz ilustró en sus versos el sentir popular del interior de la provincia, y el eterno Gerardo Vallejo documentó en blanco y negro realidades locales difíciles de procesar aún el día de hoy. Y a pesar de que no son pocos los hijos de Szalay y Spilimbergo que retrataron “los trabajos y los días” tucumanos, la dominante fue el paisajismo como marca identitaria: Osorio Luque, Demetrio Iramain, Luis Lobo de la Vega, Guillermo Guerineau y siguen las firmas... El caso de Dardo Leoncio Orquera (Tucumán, 1931-2016) aporta una página singular en la historia del arte local: nacido en la ciudad de Concepción, vive luego en Villa Hileret  y los veranos de su infancia lo encuentran en Alpachiri, nada menos que en medio de la antigua traza del Camino del Inca. Su hija Fabiola, investigadora de la cultura popular del noroeste argentino, lo recuerda como un docente incansable, un folclorista de conexión visceral con la música, como fotógrafo, ensayista, empedernido lector... y artista visual hacia el final de sus días. En los pocos años en que produjo la totalidad de su obra plástica (2000-2010), dejó plasmadas más de sesenta obras como las que podemos admirar en la muestra que reseñamos, y que responden antes que a un paisajismo tradicional (y tradicionalista), a uno urbano con muy pocos referentes en nuestro medio.



Desde el punto de vista cultural, el paisaje no es un objeto (ni natural ni artificial, dicho sea de paso) sino una construcción subjetiva. Por supuesto que cualquier paisaje se construye, se elabora a partir de algo que se ve, pero va mucho más allá de lo que materialmente existe. Al enfrentarse el artista con la ciudad, proyecta sus estados de ánimo sobre la escena a través de su mirada estética. ¿Cómo saber cuánto hay en las obras de Orquera de lo que vio, lo que escuchó, lo que leyó sobre la ciudad de antaño? Al valorar elementos plásticos como la línea, el movimiento, espacio luz y color nos preguntamos: ¿cuánto le debe su propuesta al cine, a la arquitectura, a la fotografía, pero también a la música, la literatura y hasta a la publicidad? Debemos decir que no es en cada imagen singular sino en su concatenación donde se produce el “efecto retrato” del viejo Tucumán. Así, antes que una experiencia personal la obra plástica de Orquera se emplaza sobre una memoria colectiva.



Se atribuye a un conocido político inglés el pensamiento “First we shape our buildings, then they shape us” (Primero damos forma a nuestros edificios, luego ellos nos dan forma a nosotros). De igual manera podemos pensar a las ciudades: primero somos nosotros quienes las moldeamos, luego ellas nos moldean. Profundizando en esta idea, no se observan en las obras exhibidas ninguna de las características que el filósofo y sociólogo berlinés Georg Simmel (contemporáneo a los procesos que mencionamos) describe en la ciudad moderna: el predominio de la racionalidad, el hastío, la reserva de las emociones, el anonimato, la precisión y la exactitud. Por el contrario, la ciudad orqueriana tiene casas bajas -a excepción de los dos pisos del Cabildo o de los tres del Hotel Savoy-, señoritas que cuchichean en corro y vestidas a la moda, caballeros con traje y corbata moño o sombrero y pañuelo al cuello -según la clase social de la que se trate-, vendedores ambulantes y otros tantos oficios hoy desaparecidos.





Creemos que la mirada sobre la ciudad que prevalece en las obras de Orquera refleja el momento histórico que marca el paso del Tucumán tradicional al -digámoslo así- moderno. Calles, plazas y edificios pueden resultar identificables y aún reconocibles para el espectador, sin embargo la ausencia de multitudes, las pocas personas que pueblan el espacio pictórico, dan cuenta de la morosidad de la vida cotidiana de aquel entonces. Vacas soñadoras, algún que otro carro tirado por caballos, unos pocos transeúntes y hasta un tímido ciclista son los casi exclusivos protagonistas de estas postales. Si la ciudad fuera un texto, los cuadros de Orquera serían aguafuertes costumbristas como alguna vez las supo componer Roberto Arlt, o mucho antes Mariano José de Larra. El cambio de época puede observarse en toda su plenitud en la obra “EL BAJO” (óleo, 70 x 50 cm.), donde coexisten una conocida edificación en pie al día de la fecha, un tranvía eléctrico, un coche a motor, dos carruajes a caballo -uno con techo desmontable y otro fijo-, una bicicleta y un vendedor ambulante empujando su carrito de dos ruedas. No cuesta mucho imaginar cruzando esas calles, o saludándose -sombrero en mano- a Ricardo Jaimes Freyre,  Juan B. Terán o al mismísimo Paul Groussac.


La particularidad de las obras expuestas radica en la dislocación temporal que proponen: Orquera, hombre del Siglo XX, recrea en el Siglo XXI un Tucumán que apenas abandonaba el Siglo XIX y que solo en alguna medida llegó a conocer personalmente. Para ello Dardito utiliza de bastidor -a la manera de Rilke- fotografías antiguas a partir de las que borda con hilos de sus propios recuerdos e impresiones, las imágenes que construyó yendo “de Hileret a la Ciudad”. Sin importar cuán lejos o cuan cerca nuestro percibamos las imágenes que Orquera nos regala, corresponden a una ciudad invisible (Ítalo Calvino dixit): aquella que habitamos y que no vemos precisamente por nuestra plena identificación con ella. Las obras reunidas en esta muestra constituyen una geografía imaginaria que contrabandea recuerdos, anacronías y sueños a paso de cangrejo, la misma manera en que Günter Grass pensaba la historia: moviéndose hacia atrás para poder avanzar.

 

Rodrigo Campos Alvo

San Miguel de Tucumán, viernes 17 de Junio de 2022

 



RESEÑA DE LA MUESTRA

 

"Dardito, de Hileret a la Ciudad"

(Imágenes del viejo Tucumán)


Obras de Dardo Leoncio Orquera

Del 6 al 30 de junio de 2022

En el Centro Cultural Virla de la Universidad Nacional de Tucumán

(25 de mayo 265, San Miguel de Tucumán)


Proyección del corto animado:

"Crónica en colores de un viaje primordial"

de Fabián Castro, Susana Ale y Fabiola Orquera





SELECCIÓN DE OBRAS

Mendoza y Maipú (actual Mercado del Norte), óleo 70x50 (2003)




Laprida al 100, óleo 70x60 (2004)



Hospital Mixto de las Mercedes (actual Htal. Padilla), óleo 70x50 (s.f.)



Actual Escuela Sarmiento, óleo 70x50 (2009)



Crisóstomo Álvarez al 200, óleo 45x55 (2008)



Congreso primera cuadra, óleo 70x50 (2008)



Casa del Obispo Colombres, óleo 55x45 (2011)



El Cabildo en 25 de Mayo primera cuadra (actual Casa de Gobierno), óleo 65x40 (2001)



24 de Setiembre y Avenida Avellaneda, óleo 65x50 (2010)



24 de Setiembre y Sáenz Peña (El bajo), óleo 65x55 (2008)



24 de Setiembre y 25 de Mayo, óleo 65x50 (2010)



24 de Setiembre al 400, óleo 50x70 (2005)


Techos y Cabildo a la distancia, óleo 70x50 (s.f.)


San Martín y Maipú, óleo 70x55 (2009)



San Martín y Laprida, óleo 60x50 (2009)


San Martín al 600, óleo 50x70 (2004)



San Martín al 500, óleo 50x70 (2004)



San Martín al 400, óleo 70x50 (2005)


Plaza Lamadrid (Ex Terminal de Ómnibus), óleo 70x45 (2004)



Plaza Independencia, óleo 70x50 (2004)




03 junio 2022

Horacio Abate dialoga con dibujos de la Colección Villafañe

La cultura Maya inscribió en su texto sagrado -conocido como Popol Vuh- las etapas de la creación del cosmos. Por supuesto, primero fue la naturaleza: la tierra, el agua, los ríos, el cielo…. Pero ¿quién los disfrutaría? Los dioses celebraron un Consejo donde introdujeron los animales: algunos pequeños, otros grandes, algunos con plumas otros con pelos, y así... Le siguió un hombre de barro, que apenas hablaba y no podía mantenerse en pie. Intentaron luego con un hombre de madera que pudo caminar y multiplicarse, pero que carecía de alma. Fue castigado con la extinción. Rayando el alba, los dioses tomaron maíz y lo hicieron hombre. Este fue quien habló y caminó y amó y creó. En esta tradición hablar de creación es hablar de arte. Crear: ver cómo de un punto -elemento primario de la pintura- se desprende una línea. Veloz como un rayo, siguiendo una fuerza superior, toda la tensión acumulada allí se desplaza en múltiples direcciones. Desde el llano, el hombre en su libre albedrío dibuja las curvas y las rectas con las que trazar el camino de la vida.

Y si hablamos de vida, hablamos también de sexo y erotismo, algo que el santiagueño Abate sabe retratar con trazos a veces sutiles, a veces perturbadores. Y desde ahí dialoga con los personajes de Sánchez, Koch y Cambronero que nos sugieren que la sensualidad y el dolor pueden darse en forma simultánea. Don Leonardo Iramain, con un solo trazo, ilumina un semblante que serpentea hasta convertirse en su propia firma. Con su frescura habitual, Porta Villafañe combina el pasado, presente y futuro de nuestro país a través de una inconfundible figura, con pintadas callejeras y todo. Molina, Colque y Quipildor retratan las tristezas y alegrías de la vida, fusionando dibujo música y naturaleza. Avellaneda, Salas y Anuncio Iramain quitan el velo a la realidad para exhibir las miserias de la anomia y la desesperación, en fin: la angustia del hombre moderno. Ríos, Kelly Romero y Lazarte no se quedan atrás y juegan con la duplicidad humana, revelando el animal que quizás todos llevamos dentro, en claro contraste con el clasicismo y naturalismo que trasuntan las obras de Zárate, Mecha Romero y Quiroga. Por último, nos preguntamos: en las obras de Belo, Villafañe y Cubría, ¿es el espectador quien mira al cuadro o el cuadro al espectador? En síntesis, la selección de obras que hoy podemos disfrutar pone a dialogar estos valiosos artistas de la región recordándonos que el hombre de maíz se encuentra aquí, celebrando la creación. (*)


Rodrigo Campos Alvo

San Miguel de Tucumán, 25 de abril de 2022


(*) Texto del catálogo de la muestra Horacio Abate dialoga con dibujos de la Colección Villafañe. La misma puede visitarse del 03 al 30/06/22 en el Museo-Casa-Taller Villa Sur Art, ciudad de Aguilares, Provincia de Tucumán.


LOS ARTISTAS Y SUS OBRAS



Horacio Abate (Santiago del Estero)



Marcos Avellaneda (Bs. As.)



Alicia Belo (Córdoba)



Nery Cambronero (Salta)



Froilán Colque (Jujuy)



Alberto Cubría (Córdoba)



Anuncio Iramain (Tucumán)



Leonardo Iramain (Tucumán)



Roberto Koch (Tucumán)



Marcelo Lazarte (Tucumán)



Pedro Molina (La Rioja)



Silvia Porta Villafañe (Tucumán)



Mario Quipildor (Tucumán)



Víctor Quiroga (Tucumán)



Pablo Iván Ríos (Tucumán)

 


Kelly Romero (Tucumán)

 


Mercedes Romero (Tucumán)



Sixto Aurelio Salas (Tucumán)

 


Juan Manuel Sánchez (Bs. As.)




Julio Villafañe (Tucumán)



Carlos Hipólito Zárate (Córdoba)