“La cuestión ética, por cuanto la
posición de Freud nos hace progresar en ello, se articula, por una orientación
del hombre en relación con lo real”
Jacques Lacan, Seminario 7, clase
del 18/11/59
Consideramos necesarias dos puntuaciones como punto de partida: una en
torno al concepto de “extensión”, ya que demarca el área donde se inscribe
nuestra temática, y otra alrededor del título propuesto para este escrito, indudable
homenaje a la lectura del Seminario 7 de Jacques Lacan sobre la ética. Con
respecto a la primera, podemos decir sin temor a equivocarnos que resulta difícil
–cuando no imposible- ubicar en los textos freudianos un solo capítulo en el que
no haya referencias, diálogos o deudas teóricas con autores de los más diversos
campos del saber. Un texto inaugural para la extensión del psicoanálisis data
de 1913 y su nombre fue traducido en castellano por Luis López Ballesteros como
“Múltiple interés del psicoanálisis”. El genitivo objetivo/subjetivo sobre el
que pivotea aquel título, abre ante nosotros una fecunda línea de indagaciones:
¿de quién es el interés? ¿Del psicoanálisis por los saberes conexos, o
de estos hacia el psicoanálisis? Suele estar bastante más despejado el camino
para responder qué disciplinas le interesan al psicoanálisis. Freud en 1926
promovía entre sus discípulos el estudio de la historia de la cultura, la mitología,
la psicología de la religión y la literatura. Por su parte, y en distintas
etapas de su transmisión, Lacan incorporará entre otras tantas recomendaciones
de lecturas, la lingüística de Saussure y de Jakobson, las enseñanzas de Platón,
Aristóteles, Hegel, Marx, Kierkegaard, Heidegger, y muchos más.
Pero si intentamos hablar sobre el
interés que puede suscitarle el psicoanálisis a otras disciplinas, el tema se
vuelve más espinoso. Hans Sachs, Otto Rank, Ernst Kriss y la propia hija del
maestro vienés Anna Freud, fundaron en 1913 la revista “Imago”, un espacio de
difusión de estudios de psicoanálisis
aplicado a temas religiosos, sociológicos, antropológicos, filosóficos y
literarios. Su subtítulo, que puede resultarnos hoy un tanto lejano, era: Revista para la aplicación del psicoanálisis
a las ciencias naturales y humanidades. En abierta oposición a este tipo de
iniciativas, Lacan sostuvo en su “Proposición del 9 de octubre de 1967” que el psicoanálisis
tiene una sola aplicación en sentido estricto: la que
se realiza en la experiencia de un análisis, entre un sujeto que ocupa la
posición de analizante y un analista que asume el semblante de un objeto
vaciado de sentido, alrededor del cual se van a envolver los tres registros de
lo Real, lo Simbólico y lo Imaginario. Fuera de ese ámbito, al que llamamos la intensión, estaría el de la extensión, la trasmisión y la enseñanza.
No esperamos que el analista se convierta en profesor, en un crítico literario,
ni en un intérprete de la cultura que busque revelar la verdad universal del
malestar en la sociedad.
Entonces, ¿qué orientación admite la extensión del psicoanálisis en una
institución de formación psicoanalítica? El documento fundacional de la Sección
Extensión de Trieb Institución Psicoanalítica -a cargo de Liliana Fernández y
de un entusiasta grupo de miembros- delineó hace unos años un recorrido posible
con estas palabras: “Pensar una
sección de estas características en nuestra institución psicoanalítica, supone
algo novedoso. Se podría decir que se instituye como una posible respuesta a
una necesidad de interlocución con el otro, de escuchar y ser escuchados, de
relacionarnos con diferentes campos y disciplinas inherentes a la cultura […] Consideramos
que esta Sección de Extensión, nos preparará en tanto analistas a los fines de
mantenernos abiertos a las interpelaciones que los diferentes lazos con otros
nos convoquen. Es que su existencia misma, hecha de lenguaje, no se entiende
por fuera del sostén del lazo social, entre analista, con las ciencias y el
artes y otros productos de la cultura.”
Una vez precisado que no buscamos aplicar conceptos psicoanalíticos a productos
culturales como –en este caso- las tragedias griegas, diremos en cambio que
estas pueden iluminar de forma insospechada caminos de interés para el
psicoanálisis. Es que la relación sujeto/deseo está situada en el corazón de
los problemas humanos, y es abordada sin ambición alguna de totalización, por
disciplinas conexas como la filosofía. Si para el psicoanálisis la dimensión
trágica está presente en el ser humano -y no menos en la experiencia analítica-
lo ha sido tomando como referencia principal el mito edípico. Sin embargo, las
encrucijadas del sujeto frente a su deseo nos acercan también al campo de la
ética tal como fue trabajado por los antiguos griegos. ¿Qué puede enseñarnos
una figura como la de Antígona, la trágica heroína que retrata Sófocles evocando
el conflicto del sujeto con la ley? Repasemos sucintamente la historia que nos
convoca a reflexionar, a la vez que invitamos a nuestros lectores a “visitarla”
en persona.
La escena de la acción es la ciudad de Tebas, donde Eteocles
y Polinices - dos de los hijos de Edipo- se enfrentan por el trono, pereciendo ambos
en cruel disputa. Creonte, hermano de Yocasta y por lo tanto tío de los
difuntos, se proclama flamante monarca. Su primera medida consiste en dar
entierro con honores a Eteocles, por haber defendido su patria. En cambio Polinices,
en calidad de agresor extranjero, debe ser abandonado a la intemperie en el
campo de batalla como alimento de las bestias. Antígona, hermana de los rivales,
decide enfrentar la Ley humana en nombre de la Ley divina, enterrando al
malogrado Polinices en contra de la voluntad del rey. Al ser sorprendida en su
tarea por unos soldados, es condenada a muerte. Cuando Hemón (su prometido e
hijo de Creonte) se entera de esto, trata de convencer a su padre de cambiar de
opinión. Entonces aparece en escena Tiresias, el adivino ciego, quien después
de una larga argumentación convence a Creonte de que los dioses también desean
ver enterrado al hijo de Edipo. Por supuesto, el cambio de opinión llega demasiado
tarde: Antígona se ha ahorcado, Hemón se quita la vida al encontrarla, al igual
que Eurídice -su madre y esposa de Creonte- al enterarse del triste desenlace.
He ahí nuestra historia. Deseo,
acto, goce, muerte... la tragedia griega ilumina, aún hoy, los lazos que anudan
la ética, la política y la poética en el campo de la clínica.
Rodrigo Campos Alvo, Jueves 02 de
junio de 2022
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