A Isadora Duncan
el violín extendía por las salas
el invisible rasgo de tu angustia
cuando embebido de tu magia en alas
vi tu escultura de improviso mustia
era que el esplendor desparecido cual te evocaba
plena de infinito te dejaba
infundiendo
un aterido calor a tu perfil
con exquisito lazo el misterio entonces
unió el alma de tus cuerdas y el alma de tus carnes
en la armonía de un dolor sombreado
y gustar pude en una enferma calma
la inquietud de las ramas.
alma, recuerdo de música y de nieve
abrumada por nostalgias
1915
Juan Laurentino Ortiz
(Entre Ríos, 1896 - 1978) fue un poeta argentino, conocido por su seudónimo ‘Juanele’.
Estudió filosofía y vivió cierto tiempo en Buenos Aires, pero pronto regresó a
su provincia. Su extenso trabajo giró en torno al paisaje que lo rodeó a lo
largo de su vida, expresado como una "espléndida monotonía". La
imagen de su figura alta y delgada en observación concentrada del paisaje del
río trascendió su obra y lo convirtió en una leyenda literaria. 'Juanele' publicó
sus poemas de largos versos en tipografía en minúsculas, cuidando
minuciosamente cada aspecto del manuscrito. Como resultado, sus editores
tendían a respetar estas características en la versión publicada de sus poemas.
“¡Qué cosa tenía Isadora Duncan! Cuando
bailaba, no solamente era el cuerpo, era la expresión... En la cara se le
notaban los estados de espíritu en una forma tal que parecía que esa mujer iba
a morirse. En cierto momento, o ya se moría con un suspiro de nostalgia, o ya
se moría en un estado de angustia. Era una cosa muy rara. No solamente yo lo
sentí, sino otros también, por cierto. Y lo sentí entonces, cuando vino
Isadora. La vi por setenta centavos en el Colón, en el "gallinero"
del Colón. Había ido con un muchacho, estaba sentado al lado mío, y
comentábamos esa cosa extraña, la cara de Isadora.” Juanele Ortiz
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